Golpe por Golpe. El Inicio VIII
Nuestros labios se estrellaron uno contra el otro, al principio era duro, salvaje, como dos bestias peleando por dominarse uno al otro, incluso el abrazo había dejado de serlo, era una ardua batalla, sus manos subían, y bajaban al mismo tiempo sobre mi cuerpo y las mías escaneaban su cuerpo.
En un beso, sabrás todo lo que he callado.
Pablo Neruda.
El aliento de León acariciando mis mejillas me sumergía en un sueño, pero, desafortunadamente debía despertar, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que salí de la biblioteca y ya era noche, mi hermano ya debía de haber llegado a casa y seguramente me estaría buscando preocupado; al parecer León leyó mis pensamientos, por que
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¡Ya es tarde!, deberíamos salir de aquí, no sea que a esos perros se les ocurra regresar
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