La casa en la playa.

Versión extendida y completa de mi segunda historia, de como la lujuria y la pasión nublan el juicio o la moralidad, y de como en medio de ese caos destructivo y devastador, en mitad de las peores condiciones posibles, brota una semilla, y de ella nace una flor tan bella como inquebrantable.

Os informo que ando escribiendo varias historias, en especial una que me tiene desesperado, creo que es una gran idea pero no doy con la forma de expresarlo como deseo, y mientras miro ese cuadro a medio hacer, mi mano no deja de garabatear bocetos divertidos, este es uno de ellos, un relato de inicio meramente sexual, pero suficientemente atractivo como para publicarlo.

A partir de ahora los relatos serán 100% ficticios, o al menos un 99%, siempre con mi toque personal. Así que os deseo una buena lec...

La casa en la playa. (10)

Final de la serie, quizá el más complicado que he escrito hasta ahora, y solo por costumbre lo ubico en Filial.

Huida.

“Vanesa, Vanesa, Vanesa, me llamo Vanesa”, me lo repetía una y otra vez, me lo llevaba repitiendo desde que me fui de la casa en la playa de Samuel, me lo repetí todo el camino a Madrid, me lo repetía al llegar a mi casa y me lo repito cada vez que pienso en él. Me siento estúpida al recordar un momento a su lado y echarme a llorar, incluso me sorprendo llorando sin motivo alguno, simplemente estoy sentada en la cama, y las lagrimas surcan mis mejillas, allí donde él me besaba o me acariciaba. ...

La casa en la playa. (9)

Lo raro de todo, es que sin querer que pasara, pasó.

El hombre de la casa.

Respiraba hondo, una y otra vez, preparado para continuar con el plan, estaba en la puerta de mi habitación, de pie, apretando y soltando mis puños, nervioso y expectante. Hacia un rato Vanesa había bajado a desayunar después de curarme la mano con la que había erradicado el cáncer que era Jaime de mi vida, de un solo golpe, en concreto del puñetazo que le di cuando me enfureció más allá de mi límite. Antes hubiera dejado que me gritara, antes hubiera dejado que me pegara, hubier...

La casa en la playa. (8)

Llegó el momento en el que me di cuenta del desmadre que había montado, y quise pararlo, ¿pero como?

Inevitable.

Ya era de día cuando nos despertamos, Sara tenia un dolor de cabeza descomunal, y al verme desnudo a su lado con Vanesa en mis brazos, sonrió como si se hubiera enterado en ese momento de lo que pasó esa noche. Vanesa estaba jugando con sus dedos en mis labios y mi hermana se había acostado a nuestro lado, los 4 en una sola cama,  Jaime apareció, y al ver el percal bufó hastiado, y se durmió. Encontré a Sonia desnuda en la cama de Jaime y con un aspecto horrible, y lo peor fue al bajar al...

La casa en la playa. (7)

Cada cambio, por ínfimo que sea, provoca una reacción en cadena incontrolable, que aumenta exponencialmente hasta terminar en unas consecuencias inesperadas.

La metamorfosis y sus complejos pasos

No se muy bien como explicarlo, al despertarme esa mañana no era el mismo chico que se acostó, o mejor dicho, se acostó un niño y se despertó un hombre, no pensé en mi miembro duro pegado a mi tía, ni en mi hermana escondida entre los brazos de Sara, no se que pasó de noche pero estaban las 2 en un lado y yo al otro, cuando al dormir estaba en medio, no pensé en apartarme para no molestar, ni en lo bien o mal que estaba acostarme con mi tía, y menos dormir con ell...

La casa en la playa. (6)

¿Me aprovecho de las circunstancias o ellas se provechan de mi?

3 dias con mi tia.

Un calor agobiante me despertó, era el sol pegando fuerte por la ventana, al ubicarme sentí mi miembro duro presionado, estaba en forma de cuchara pegado a la espalda de mi tía, y con un seno en la mano, Marta estaba pegada a mi,  con sus pechos en mis omóplatos y un brazo por encima mía. Me quedé quieto como una estatua, sin saber que hacer, quizá mi tía se molestara por la erección, así que traté de moverme.

-SARA: shhhh quieto – se abrió de piernas y sentí mi miembro caer e...

La casa en la playa. (4)

Era un naufrago en mitad de la tempestad en que aquella casa se había convertido, no podía hacer más que agarrarme a un tronco y tratar de sobrevivir..............pero llegó ella.

La aguja en el pajar.

La cena y el agua tibia me despertaron del sopor de la cerveza, me hice 2 pajas en la ducha al empezar a ser consciente de todo lo que había pasado en la playa, Sara me había besado y me había dejado un regusto a fresas de su pintalabios en la boca,  mi hermana se lo había montado con Sonia en plan lésbico y mi madre me había hecho una paja.

Me vestí con unos vaqueros, y una camisa, me afeité y me perfume, con unos zapatos náuticos, al bajar Jaime iba arreglado, se había du...

La casa en la playa. (5)

Empezaba a ser consciente de que, en aquellas circunstancias, todo valía.

Tercer día de fiesta.

Fui a buscar las putas cervezas, tenía la sensación de que en cuanto salí de casa, Jaime ya se estaba follando a Sonia, y si tardaba mucho mi madre iba detrás. Así que en 5 minutos regresé con otros 4 packs de 24 latas a los pies de la moto, al entrar temía ver a Jaime ya en acción, pero estaban todos en la puerta esperándome, se habían puesto el biquini y mi madre era la única con un camisón fino, Jaime solo con el bañador. Yo me puse una camiseta por tener una prenda más. Mient...

La casa en la playa. (3)

Arrepentirse es decir poco, llevarme a Jaime fue un error, estaba desatado y yo no podía controlarle, pero a la vez sabia que sin él, nada de todo aquello estaría pasando.

Un lobo entre corderos.

A partir de entonces, y durante 3 semanas, fue lo mismo, mi madre tratando de compensar la ausencia de Sara en nuestros juegos, mientras se dormía a menudo por las pastillas que la metían en la comida, y así mi tía follaba a todas horas cuando Jaime quería, fumaban porros y se dedicaban a buscar momentos para gozar, al principio les espiaba, llegado un punto me cansé, Jaime se ocupaba de describirme a posteriori  cada detalle de sus encuentros. Mi tía parecía en una nube, para...

La casa en la playa. (2)

Sentía un vértigo pavoroso, pero no podía evitar caer en esa espiral creciente de diversión, o pensar donde me llevaría, como tener unas ganas locas de saltar al borde de un precipicio oscuro, sin saber si hay red más abajo.

La primera en caer.

La siguiente semanas fue un calco, daba igual en la piscina o en el mar, los 4, Jaime, Sara, mi madre  y yo, jugábamos a hundirnos, y la temperatura subía cada vez más, me sorprendió que mi madre fuera tan extrovertida, mi padre tenia razón, Sara la cambiaba, nunca pensé que fuera capaz de retorcerle los huevos a Jaime para que la soltara, ni de usar sus pechos como arma asfixiante contra mi. Por suerte, mi Padre estaba perdido, no salía de casa, y si lo hacia era solo para ir a ve...