Fin de semana en la casa rural (4)

Me estiré derribando a Rosa y nuestro beso dio paso a mis lamidas recorriéndole el cuerpo mientras alzaba la grupa y Pere tomaba y abría mis nalgas buscando mi ano con su lengua.

Hola, besos a todos, continúo con el fin de semana en la casa rural, os recomiendo leer la primera, la segunda y la tercera parte si no lo habéis hecho, porque no he puesto introducción para que sea relato independiente. Por cierto, existen una quinta y sexta parte, pero esas las tendréis que leer en mi libro, ya publicado en Amazon. En mi perfil de autora tenéis el enlace a mi perfil de autora y la serie "Aventuras de Sandra Cracovia", el libro se titula "En pandemia".

Este relato arranca donde acaba...

Fin de semana en la casa rural (3)

Javier se me acercó y yo, perversa, le metí mi pierna entre las suyas mientras me sacudía lasciva subiendo y bajando, acariciando descaradamente mi cuerpo contra el suyo. Noté su sexo contra mi muslo, creciendo con mi descarada forma de… bailar.

Hola, besos a todos, continúo con el fin de semana en la casa rural, os recomiendo leer la primera y la segunda parte si no lo habéis hecho, porque no he puesto introducción para que sea relato independiente.

Besos perversos,


Bajamos pasadas las ocho de la noche. Sabiendo ya que la calefacción estaba algo alta, no nos abrigamos. De hecho, yo llevaba unos pantaloncitos cortos rosas de felpa y una camiseta (y zapa...

Fin de semana en la casa rural (2)

Adelanté las caderas y me moví para quedar con mi sexo sobre su boca, cabalgándolo. Le asfixié un rato, mientras él trataba de succionar y respirar. Su lengua recorrió mi almeja abierta, expuesta y ofrecida a él.

Hola, besos a todos, continúo con el fin de semana en la casa rural, os recomiendo leer la primera parte si no lo habéis hecho, porque no he puesto introducción para que sea relato independiente.

Besos perversos,

Al volver a la masía nos encontramos con las otras tres parejas que nos acompañarían el fin de semana. Ya se estaban preparando para ir a la mesa. Pero yo llevaba nuestras corridas en los leggins y tenía que cambiarme. Olía a sexo y todavía teníamos las mejillas sonrosadas, y no por el...

Fin de semana en la casa rural (1)

Nos dábamos el último beso antes de volver cuando oímos pasos escapando a lo lejos. Los dos nos giramos hacia el camino, pero no pudimos ver nada, los pasos se alejaban y pronto quedamos en el silencio de la fuente.

De nuevo con la pandemia. Sí, lo siento, pero no puedo dejar de escribir sobre mi realidad. Ya sé que muchos de vosotros buscáis en los relatos un rato de evasión y sexo, pero yo no puedo aislarme de mi realidad y escribir de lo que me sucede o de como me siento. Y esto se me está haciendo duro. Bueno, debería relativizarlo, porque por suerte no tengo problemas económicos ni en mi familia, no se ha muerto nadie cercano ni tengo enfermos a mi alrededor. Así que, por un lado, sé que no debería quejarme, no te...

Carreras a mediodía

Cuando repetimos con la pierna inicial vuelve a recorrer la pierna del ejercicio de muslo a tobillo y su otra mano queda asegurando la otra pierna, posada en el muslo y con los dedos ya rozándome la vulva.

No es lo mismo ya. Nada es lo mismo ni creo que lo sea en adelante, como mínimo por un tiempo largo, bastante largo. Con esto de la pandemia, el teletrabajo y, aunque la nena va a la escuela, ya no hay viajes en metro o autobús y la gente no se apiña como antes. Como mínimo en Barcelona. Ya no hay los roces calientes de los depravados que buscan mis nalgas o mis pechos. Ya no hay las aglomeraciones en las que antes buscaba excitar y que se atrevieran a acariciarme, dejarlos bien encendidos y saberme deseada...

Capítulo de sexo virtual en el nuevo libro

Al volverse hacia mí sus manos recorrieron mejillas y cuello deslizándose hasta sus pechos, apretando esos deliciosos globos y pellizcando los pezones, excitándose.

Hola de nuevo a tod@s,

El confinamiento me ha dado para un nuevo libro. La historia de cómo ha nacido es un poco larga y no os pondré aquí todo el rollo, pero sí os diré que Javier quería dar su versión de mi "sucia y manipuladora ficción", dijo. Así que, durante el confinamiento, jugamos a relatar su propia versión de los hechos de mis libros "Excitando" y "Boda". No tenía que ser un nuevo libro, era para él y para mí, pero... pero ha acabado siéndolo. Lo podéis encontrar en mi web de autora del perf...

Marc

—Taládrame en culo. —Le susurré con el acento ruso marcado que me sale en los momentos de excitación. Estaba empapada y sus dedos esparcieron mis flujos por el ano, sentirlos casi me hace llegar de lo caliente que estaba. Se separó un momento de mí y vi por el reflejo del espejo cómo liberaba su cinturón. Pero mi mirada captó algo más, la puerta estaba entornada y había una sombra tras ella.

Hola a tod@s,

Hoy os avanzo el primer capítulo de mi nuevo libro, a ver si os ayuda a aliviar el confinamiento por un rato. Podéis encontrar el libro en mi página de autora de Amazon.

Besos perversos a tod@s,

No me gustaba Marc. No era por su cuerpo, se notaba que se cuidaba yendo al gimnasio, pero no era un musculitos. Algo más joven que mi marido, Javier, pero mayor que yo. No, no era por su cuerpo, que era agradable. Pero algo en él me provocaba que quisiera una distancia entre él y yo....

Confinada II

—Sí —y mi manita delinea la rajita. En la pantalla, en primer plano, se ve cómo mi dedito empuja la tela hacia dentro y la humedad se extiende por la tela blanca que pasa a más oscura por los flujos. No puedo evitar un gemidito.

Confinada II

Esto sigue igual, algo monótono, aburrido. Han aconsejado que tratemos de tener rutinas, que no nos abandonemos en casa y continuemos marcando horarios, vistiéndonos… Pero si yo acostumbraba a ir desnuda por casa, ¿cómo arreglarme? ¿Para qué? Pero lo que dicen tiene sentido, para llenar el tiempo y no agobiarnos todavía más al vernos desarreglados o sin hacer nada. Cuesta, no lo voy a negar, pero algo hay que hacer y entiendo los consejos. Activarse, buscar rutinas, establecer horarios, a...

Confinada

Javier queda embobado con la imagen de su polla entre mis bubas, eso cuando mi cabeza no se la tapa al darle un regalito por asomar. Mis manos alzan y dejan caer mis pesados, pero todavía firmes, pechos y Javier vuelve a desesperar al sentir aquellos pedazos de carne recorriendo su sexo.

Confinada

No me puedo quejar, lo digo ya de entrada. Nuestro piso es grande y tanto Javier como yo podemos trabajar en remoto, por lo que no sufrimos un confinamiento agobiante como otra gente. Victoria es todavía demasiado pequeña como para molestar demasiado y nos hemos aprovisionado de pañales, así que no me puedo quejar. Como mínimo no tenemos la preocupación añadida por habernos quedado sin empleo, sin ingresos o la incertidumbre de cuánto aguantaremos pagando luz, agua, gas o hipoteca sin tener...

Marcando hucha

La mano encajó uno de sus dedos entre las nalgas y recorrió entre la baja espalda hasta la curva que desembocaba en mi sexo. ¡Dios! Quedé congelada al sentirlo. Incapaz de decidir si moverme o no moverme, incapaz de decidir si prefería que siguiera, ¡deseando que siguiera! O si retirarme.

Marcando hucha

“Marcando hucha”, cuando me miré en el espejo recordé la cara de Roberto, un amigo que fue quien me explicó esa expresión. Estábamos tomando algo en la calle y vimos pasar unas turistas jovencitas enfundadas en mallas ajustadísimas. Tan ajustadas que no sólo se les marcaban los glúteos, sino que por delante marcaban los labios vaginales a la perfección.

Pues bien, ahora, en casa, vistiéndome, era yo la que “marcaba hucha”, como diría Roberto. Seguro que le encantaría verlo. Lo cie...