Miradas: la librería

La campanilla me alertó a mí de la entrada de un hermoso cuerpo, cubierto por una camisa larga, azul vaquero, ligera. El contraluz delataba la ligereza del tejido y enseñaba el triángulo que su pubis formaba con sus muslos.

El sol se encaminaba ya hacia la línea del horizonte, pero, a esa hora, aún se colaba la luz con intensidad por las cristaleras donde se exponían libros, material escolares y algún que otro objeto de reclamo infantil. El interior de la librería, junto al mostrador, estaba inmerso en una suave penumbra, sólo la luz natural que llegaba del exterior rompía una sensación de cierta calma. La zona más cercana a la calle recogía esa luz solar matizada por el leve tamiz tintado de las cristaleras.

Entró con...

Miradas: El desayuno

Al recuperar la postura, con naturalidad se levantó el vestido, largo hasta los tobillos, y dejó descansar su borde a medio muslo. (es un microrelato pero por el tema lo pongo en Voyerismo)

Lo primero que vi fue el caminar. Sus pies se asomaban tímidamente escapando del encierro de un vestido largo y ligero. Venía empujando un carrito de bebé, detrás de ella su marido hablaba por el móvil. Ella, alta y muy delgada. El vestido resaltaba las dos cosas. El pecho ligero, etéreo, flotaba en un escote generoso, veraniego, pero recatado. Se sentaron en una mesa frente a la mía, a unos seis metros de distancia. Ella frente a mi, con las piernas cruzadas. la derecha sobre la izquierda, dejando ver leve...

Los Pezonacos de Alicia calientan a mi mujer (II)

-Nosotros no hemos venido aquí a ver como se la chupas a tu marido- escuché la voz de Óscar. Me saqué el rabo de Carlos de la boca y me giré. A la altura de mis ojos tenía las pollas ya tiesas de los dos.

Este relato es la continuación de

http://www.todorelatos.com/relato/79580/

No es que Carlos fuera un pesado, pero ya hacía mucho tiempo que a la mínima oportunidad me recordaba su fantasía de hacer un trío. El colmo fue cuando me aseguró que incluso estaría dispuesto a que lo hiciéramos con otro tío con tal de vivir la experiencia. Estoy segura de que era capaz de aceptar que otro tío me follara con tal de que yo le permitiera después meter a otr...

Los pezonacos de Alicia calientan a mi mujer

Se colocó detrás de Alicia, le agarró las tetas y empezó a magrearlas. Después le cogió una mano y la puso sobre mi polla invitándola a menearla como había hecho ella. -Ahora te toca a ti, Carlos-. Entendí lo que quería y me lancé a acariciar las tetas de Alicia.

Los pezones tenían el tamaño de la falange de mi dedo índice, pero más grueso, y parecían tener la dureza del diamante a juzgar por como eran capaces de moldear la tela del bikini. Yo juraría que era uno de esos bikinis que tienen forro en el sujetador, con algo de relleno. Aún así los pezones, desafiantes, salían del mar y me miraban, oscuros, así los imaginaba yo, como oscuros era mis pensamientos en ese momento. Estaba empezando a vivir una de esas situaciones en las que pierdo el control de mi mirada y...

El trabajo se complica cuando mi compañera se quit

Queremos ver tu polla, no puedes negarte, yo te dejé que me tocarás el coño el otro día y pudiste disfrutarlo sin bragas. Ahora nos toca a nosotras ver tu rabo

Al llegar el lunes al trabajo andaba muy ocupado con algunas gestiones importantes que tenía que hacer rápidamente y no recordé las escena que había vivido el viernes en el bar. A media mañana, cuando pude liberarme un poco de la intensidad de las obligaciones me acerqué a la máquina de café para tomar un sorbo y de paso despejarme unos minutos. Allí estaban la jefa y dos compañeras, precisamente las que asistieron a mi comprometida exhibición del bar.

-Buenos días-, dije.

-Buenos días-, contest...

Las tetas de María sobadas en la playa

Al agacharse me dejó ver de nuevo una espectacular panorámica de su trasero y de su coño. Creo que ella no se había corrido porque su acompañante sólo se dedicó a magrearle las tetas.

“Hola María:

He leído un par de comentarios que has hecho a mis relatos y me han llevado a leer los tuyos. Me han parecido muy excitantes y comparto contigo algunas sensaciones. Eso me ha hecho fantasear y me gustaría pedirte permiso para utilizar tu personaje en un relato. Espero que no sea un problema. Si no te parece bien no lo haré.

Saludos”.

María contestó y me permitió utilizar su personaje en un relato. Lo que me había llamado la atención de ella era el placer que destilaban sus exh...

El calentón lo pagó mi mujer

La luz que llegaba del exterior hacia que su figura se dibujase nítidamente a través de la liviana tela. Tenía las piernas ligeramente abiertas y me dejaba ver el triángulo que se formaba entre el inicio de sus muslos y su coño.

Cuando llegue a casa esa noche me faltaban extremidades para meterle mano a mi mujer. Yo creo que se extrañó de mi fogosidad, pero no preguntó nada. Es cierto, que es habitual que anduve todo el día tocándole culo, levantándole el vestido para bajarle las bragas o sobándole las tetas. Es una forma de calentarla, de intentar calentarla, para lograr un polvo nocturno, aunque a decir verdad no siempre funciona como yo quisiera.

Pero esa noche el acoso fue tremendo. Mientras se duchaba me asomé a la puert...

Embrujado por la mirada de sexo

Tenemos que empezar a sacarle partido a su rabo. Vas a empezar a hacer realidad tus sueños. Ahora ve con tus compañeros y a ver como disimulas la erección.

La segunda vez que vi a Dita empecé a pensar que me había embrujado. En mis placeres de mirón nunca he desechado a mujeres que no encajan en el canón de belleza. Todas las mujeres tienen algo hermoso y son pocas las que, si la situación se presta, no me generan alguna fantasía. Dita, desde luego, estaba muy lejos de ser un bombón. Caderas anchas, ya os lo conté, un pecho normal, no muy abundante y algo caído. Incluso algo de celulitis en las piernas. Una mujer normal, salvo por esa mirada llena de sexo. Al...

La enigmática vecina de la mirada sexual

...La ropa más provocativa. Sabe que me gusta que enseñe más de lo decente. Incluso se permite algún flirteo. Si vamos a la playa siempre las tetas al aire y si podemos hacer nudismo se abre de piernas sin complejos para que el sol caliente su coño.

La frase de mi vecina de la mirada de sexo me había dejado confuso. La leve excitación que ya tenía gracias a las formas rotundas de mi vecina rubia y al pecho desnudo de la de caderas anchas se incrementó fulminantemente. ¿Qué significaba eso de que podía darme las tetas de la rubia? No me dio tiempo a tratar de preguntar. Tras arrojarme el cebo a la cara se dio la vuelta y comenzó a recoger sus cosas. Llamó a los dos niños y a la abuela y salió por la puerta del recinto de la piscina como si nada hubiera...

Centrando mi objetivo en la piscina

Se lanzó a la piscina. Yo no esperaba nada. Estaba apoyado en un muro, con las gafas de sol puestas, disfrutando del sol y de pocas vistas. Era una mañana tranquila. Algunos niños chapoteaban en la pequeña piscina. Sólo una vecina llamaba mi atención. Un cuerpo redondo, generoso, jugoso.

Se lanzó a la piscina. Yo no esperaba nada. Estaba apoyado en un muro, con las gafas de sol puestas, disfrutando del sol y de pocas vistas. Era una mañana tranquila. Algunos niños chapoteaban en la pequeña piscina. Sólo una vecina llamaba mi atención. Un cuerpo redondo, generoso, jugoso. Su trasero se desbordaba con elegancia por los dos laterales de la braga del bikini. Sus pechos, grandes, rotundos, se contenían a duras penas en la tela de un sujetador bien colocado. Ni pequeño, ni grande, justo de la med...