Familia compenetrada II
Ahora le toca el turno de su hermana Débora
A partir de ese día, madre e hijo tenían sexo a diario, varias veces al día, en casa o en el hospital, no importaba el sitio, les podía el morbo. Carmen se comportaba como una puta cualquiera de la calle accediendo a todos los caprichos y deseos de su hijo y él se comportaba como un hombre, corriéndose siempre dentro del coño de su madre tras una buena follada en la que ambos acababan exhaustos. Mientras tanto, Débora esperaba su turno paciente y nerviosa. No sabía que se iba a encontrar. Carmen instruía lo...