La tortura de la puta
Me has dicho que lo merezco, que tienes que castigarme. Pero no me imaginaba que fueras a hacerlo de este modo...
Mis cuatro extremidades apoyadas sobre el cobertor de la cama… Dos rodillas separadas, dos palmas de manos casi entumecidas a tu lado. Medias delicadas, tacones aun puestos. Y la cabeza de la putilla que me has traído metida en mi entrepierna. Su lengua me recorre el coño desde hace… ¡Dios! He llegado a perder la cuenta. No tengo reloj, las ventanas están cerradas y lo único que me sirve para contar el tiempo son los casi cinco orgasmos que he tenido… Y digo bien… Casi…
Maldito cabrón… casi…
La...