Belzeba i. mi nombre es legión

En las entrañas del Infierno, una legión de demonios liderada por el hermoso Ángel Caído tortura despiadadamente a los pecadores condenados. Entre ellos, la perversa y lasciva Sor Suplicio es sometida y violada por el propio Lucifer y una pareja de demonios.

Los gritos de dolor reverberan a través de la llanura del Tártaro como una crispada y angustiosa sinfonía, la banda sonora de la incandescente atmósfera que asfixia aquel universo sin luz. Los llantos ascienden hacia la cúspide de la solitaria e interminable torre que domina el desierto extendido en todas direcciones –si este concepto conserva algún significado en tan desolado lugar–, franqueado por las quebradas y monstruosas Montañas de la Locura. En lo alto de la atalaya una majestuosa figura extiende su...

Sex motel

Agarró entonces las pinzas y comenzó a retorcerlas. Patricia respondió con un gemido y se masturbó con más fuerza, demostrando que cuanto mayor era el dolor más se elevaba su placer. Ariadna, subiendo la apuesta, combinó los estrujamientos con palmadas sobre las pinzas, que arrancaron de...

Ariadna salió del coche, cerró la puerta y corrió bajo la lluvia todo lo rápido que le permitieron los afilados tacones de sus sandalias. Entró en el recibidor sacudiéndose el agua de la ropa y del cabello, y ante el mostrador de recepción vio a la mujer que había descendido del autobús de línea mientras estaba aparcando. Igualmente mojada, firmaba en el libro de registro del motel sin percatarse de la lasciva mirada con que el joven encargado devoraba las curvas de su cuerpo, realzadas por la húmeda tela d...

Confesión

La bella y joven Concha acude a confesarse con el muy piadoso (y ardoroso) padre Julián. Éste le conmina a contarle hasta el último detalle de sus pecados veniales, para finalmente aplicarle un serio “correctivo” sobre esos orificios que a la ingenua chica llevan por el camino de la perdición.

–Ave María Purísima.

–Sin pecado concebida.

–¿Cuáles son tus pecados, hija mía? –El padre Julián formuló la pregunta con el tono monótono y un tanto funcionarial de quien está acostumbrado a repetirla numerosas veces al día–.

–Padre, yo…

Concha, cohibida, dudó. No era su primera confesión, pues desde la Primera Comunión estaba acostumbrada a hacerlo cada semana. Socialmente era impensable lo contrario en la época en que le había tocado vivir. Pero nunca se había sentido cómoda, encer...

El cartero a veces llama dos veces

abrió los labios para formar un anillo y lo deslizó desde el glande hasta la base del fuste. Se la mamó durante un buen rato hasta que, al intuir el inminente orgasmo –la respiración agitada de León, sus ronroneantes gemidos, la elevación de sus caderas–, apartó la cara y agarró la polla...

León se hallaba tumbado boca arriba, desnudo sobre la gran y mullida alfombra color granate que ocupaba el centro del amplio salón. Sus brazos descansaban extendidos por encima de la cabeza, unidos por las muñecas mediante unas esposas metálicas, en tanto que sus piernas permanecían flexionadas y forzadamente abiertas a causa de una barra de madera unida a sus tobillos por sendas correas de cuero. En su situación poco era lo que podía ver a alrededor –una de las lámparas led que colgaba del estuco color cre...

Supertrans

La cruel dominátrix Leatherbitch ha secuestrado al novio de Supergirl. La hermosa transexual de Kripton deberá salvar a su amante de las garras de la sádica villana –y de sus instrumentos de tortura–, sabiendo que se arriesga a caer en una trampa mortal.

La infinidad de chorros de agua sale expelida de la alcachofa de la ducha, golpeando con fuerza contra su espalda. A cualquier otra persona le escaldaría la piel, pero para Kara el agua ardiente resulta un reparador masaje. Sus poros se abren, sus músculos y tendones se destensan y su mente se relaja, dejándola vagar libremente sin preocupaciones ni responsabilidades. Más allá de las translúcidas mamparas no existe nada: sólo están su cuerpo desnudo, el agua incandescente manando con su continuo y adormeced...

Carmilla

Desabrochó mi bragueta, introdujo su mano en mis bóxer y agarró la polla, jugueteando con mis testículos entre sus dedos...

CARMILLA

Apretó sus tetas contra mi pecho. Su tacto era inusualmente frío, pero no me importó. Su hipnótica mirada me había atrapado desde el momento en que la vi en el bar, y nada más allá de sus ojos me afectaba. Terminó de desabotonar la camisa y acarició mi pecho con sus dedos de largas uñas pintadas de negro. Mientras sus manos se deslizaban en dirección a mi pubis sus tetas, apretujadas dentro del sujetador, se movían con un ligero temblor que hacía vibrar su piel pálida como el nácar.

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Despecho

No me extrañó que Alicia me llamara aquella tarde –siempre habíamos sido buenos amigos-, pero sí que metiera su mano en mi bragueta y agarrara mi polla...

DESPECHO

No me extrañó que Alicia me llamara aquella tarde –siempre habíamos sido buenos amigos-, pero sí que metiera su mano en mi bragueta y agarrara mi polla. Nos habíamos sentado en un discreto rincón del "Sildavia", donde ella había utilizado mi hombro para llorar el fracaso de su matrimonio, los repetidos engaños de Alejandro y lo frustrada y enfadada que se sentía.

-¿Sabes? Tengo unas ganas locas de pagarle con su misma moneda. El problema es que ahora no me siento capaz de follar c...

La criatura

Una joven es atacada en medio del bosque por una monstruosa criatura... de monstruosos atributos.

LA CRIATURA

El sol de mediodía atravesaba la enmarañada hojarasca que bordeaba el lago, dibujando en el verde lecho de la ribera una telaraña de luces y sombras que envolvía el recostado cuerpo de Mathilda. Con los ojos cerrados y la adolescente boca ligeramente entreabierta, respiraba agitada mientras en su frente brillaban pequeñas perlas de sudor. Su mano derecha se movía rítmicamente entre los muslos, al descubierto entre los pliegues de la arremangada falda de su vestido de campesina, en ta...

El monasterio

Una pareja fogosa, una noche de tormenta, un siniestro monasterio, una misteriosa orden...

EL MONASTERIO

-¡Ay! –El quejido de Alejandra se mezcló con un gemido.

-¿No te gusta? –Preguntó malicioso Emilio.

-Sí… pero no seas tan bruto. Hazlo con más delicadeza.

Él volvió a pellizcar sus pezones, notando como el cuerpo de la mujer se tensaba bajo su tacto. Luego sustituyó una de las manos por la boca, chupando, lamiendo y mordisqueando la dilatada tetilla, mientras sus dedos se abrían paso entre los labios de la vagina.

-¡Vaya! –Le dijo-, qué lubricada estás.

-S...