El que no se enteraba de nada (y 4)

Donde nuestro sexagenario inspector pone punto final a este relato de crímenes, sexo y decepciones.

El que no se enteraba de nada (y 4)

Donde nuestro sexagenario inspector pone punto final a este relato de crímenes, sexo y decepciones.

La noche había sido agitada, con sueños eróticos y todo. Había imaginado que Ghenta mi respetada asistenta negra había copulado conmigo. Su joven cuerpo negro, cubierto por tintes blancos y ocres de carácter ritual había bailado encima de mi cansada y algo ya vetusta anatomía. Mi lengua había recorrido su cuerpo desde sus labios con sabor a ron, hasta sus o...

El que no se entera de nada (3)

En donde las cosas se van poniendo a punto, y mi cuerpo no aguanta más.

El que no se entera de nada (3)

En donde las cosas se van poniendo a punto, y mi cuerpo no aguanta más.

Otro día más, y lleno de actividades, primero llegar al curro, después enterarse de eso que es Internet, ¿bastara una horita?, luego ver a un confidente, y posteriormente pensar que tengo que pensar, buf, agotador. Hay días en que uno sale mal follado por la mañana y ni siquiera la imagen de una bonita chica te la quita. De hecho con la única guapa moza que me he cruzado por el camino ib...

El que no se entera de nada (2)

En el que el protagonista no avanza aparentemente en sus pesquisas, pero tiene un día bastante curioso.

El que no se entera de nada (2)

En el que el protagonista no avanza aparentemente en sus pesquisas, pero tiene un día bastante curioso.

Se despertó pronto, a nuestro inspector le gustaba madrugar, a los malos si logras pillarlos por la mañana, tempranito, les haces cantar más pronto, y el tiempo era una cosa que él apreciaba bastante.

Desayuno rápido, de pie en la cocina, un asco de desayuno, el habitual nescafé con leche fría, y unos donuts "lights", lo del café soluble tenia un pase...

El que no se entera de nada (1)

Relato que puede correlacionarse con otros dos anteriores, pero si no quieres lo puedes leer aislado. Va de crímenes y peculiares investigaciones policiales.

El que no se entera de nada (1)

Relato que puede correlacionarse con otros dos anteriores, pero si no quieres lo puedes leer aislado. Va de crímenes y peculiares investigaciones policiales.

El policía se hurgo con un dedo en las orejas. Era uno de sus ritos para intentar concentrarse cuando los problemas se le resistían. Aquel caso, bueno aquellos dos casos se le enredaban, dando vueltas y giros, poniendo a prueba una vez más todos sus años de oficio.

Los dos fallecidos, una joven y u...

El que observa al otro lado

Otra entrega de pánico, bichos feos y escaso sexo (solo para exiguos y poco refinados lectores)

El que observa al otro lado.

Otra entrega de pánico, bichos feos y escaso sexo (solo para exiguos y poco refinados lectores)

Llevo unos días de baja, felizmente no fue nada, un pequeño susto, una intervención rápida y tres semanas de permiso. Me aburro, la tele ya me la se de memoria, no me apetece mucho leer, las emisoras de radio buenas siempre se sintonizan mal, el macramé se me da fatal, o sea un coñazo.

Entre los múltiples trastos he encontrado un pequeño telescopio, casi de jugu...

El que acaricia en el umbral

Notaba como mi cuerpo se iba encrespando, mi vello se erizaba, una sensación de placer y relajación mezclado con una extraña pasión, un deseo de llegar y no poder alcanzar me hacían que mis propias manos y piernas intentaran aprehender a aquel espécimen.

El que acaricia en el umbral

Notaba como mi cuerpo se iba encrespando, mi vello se erizaba, una sensación de placer y relajación mezclado con una extraña pasión, un deseo de llegar y no poder alcanzar me hacían que mis propias manos y piernas intentaran aprehender a aquel espécimen.

Siempre me han gustado los cuentos de terror, obviamente también los de sexo, pero no se porque he leído más relatos de horror y pánico que de erotismo y pasión carnal. Es lógico cuando llevaba a casa libros de...

La epidemia (y 3)

Donde se acaba la plaga, y se hacen profundas reflexiones melancólicas al respecto.

La epidemia (y 3)

Donde se acaba la plaga, y se hacen profundas reflexiones melancólicas al respecto.

Han pasado varios días desde que se extendió la enfermedad, una afección que hacía que nuestros deseos sexuales se exteriorizasen de forma impúdica. No nos sucedía a todos, había gente que por su especial talante era incapaz de verse afectada, pero a los que habíamos caído en esta patología llevábamos unos días agotadores. Nuevas experiencias, nuevas gentes o incluso las mismas historias d...

La epidemia (2)

En el segundo día de la epidemia de sexo desatado y lujuria sin fin, las autoridades sanitarias muestran su incompetencia y despiste habitual.

La epidemia

En el segundo día de la epidemia de sexo desatado y lujuria sin fin, las autoridades sanitarias muestran su incompetencia y despiste habitual.

La noche había transcurrida tranquila, mi mujer y yo habíamos reposado de las fatigas del día anterior, no nos entretuvimos realizando escabrosos juegos eróticos, y el descanso había sido reparador. Por un momento llegue a pensar que la infección había pasado, que la vida continuaría como siempre y la fiebre obsesiva de ayer sería un bel...

La epidemia (1)

Una extraña afección que desencadena los deseos sexuales y los hace irrefrenables recorre la ciudad.

La epidemia (1)

Una extraña afección que desencadena los deseos sexuales y los hace irrefrenables recorre la ciudad.

Me he despertado poco antes de que sonara el reloj, un extraño apetito me ha desvelado. En mi es habitual levantarme algo empalmado, pero es que hoy, pese a la mala noche que he tenido, sudores y yo creo que hasta fiebre, mi cuerpo me pide urgentemente sexo. Le he metido mano al pubis de mi habitual compañera y sufridora, mi mujer, pero esta aunque al principio ha abierto un...

Los placeres casi olvidados. Los vegetales

Todos tenemos en la mente a mujeres introduciéndose grandes piezas hortofrutícolas, pero no todo es eso….

Los placeres casi olvidados. Los vegetales

Todos tenemos en la mente a mujeres introduciéndose grandes piezas hortofrutícolas, pero no todo es eso….

Los vegetales, esos elementos aparentemente insensibles que nos rodean por todas partes son una fuente inagotable de placer, o al menos nos ayudan a encontrarlo. A todos enseguida se nos vienen a la mente mujeres introduciéndose grandes piezas hortofrutícolas, en una especie de competición por ver quien tiene mayor capacidad de almacenaje. No s...