Soledad

El destino no siempre está escrito. A veces cuando menos te lo esperas encuentras el amor junto a quién jamás pensarías. Una historia de huída hacia delante, de odio infinito en el pasado y finalmente, de amor eterno.

Daniel acaricia la piel canela y suave de Betsy, mira el vientre hinchado de la yegua y se dispone a pasar otra noche en el establo, a esperas de que el animal se decida ya a parir su potrillo. No quiere que le sorprenda el parto en plena noche y dejarla sola. Sabe que será esta noche. Lo sabe. Es extraño pero tiene esa intuición con los animales, les entiende, sabe cuando sufren, cuando están satisfechos. Les entiende mejor que a las personas. Los animales no tienen dobleces, no son tan complicados,...

Petri Woman

Confesiones de una chica de la calle.

(Este relato me lo entregó mi amiga en unas hojas de libreta para que se lo pasara a documento de texto para publicárselo. Antes de hacerlo la verdad es que lo pulí un poco. Después lo volví a leer y lo borré. He decidido copiarlo tal cual está. No me veo con derecho a cambiar ninguna de sus expresiones, ni a rebajar sus bes altas, ni a cubrir sus palabras desnudas de haches, ni mucho menos a convertir en llanas sus palabras tan agudas. Si lo hiciera el relato perdería su propia identidad, pues parece...

La Bola de Cristal

¿Te atreverías a mirar?

Se me acerca por la espalda y mete sus manos frías por debajo de mi blusa. Un escalofrío me recorre la piel y me pone la carne de gallina. Emprende el camino hacia los filos del sujetador, los atraviesa y persevera acariciándome los pezones encrespados. Cierro los ojos y quiero decirle que no, que aquí no, que nos pueden ver, pero su frialdad en su tacto me enciende, me abrasa la piel y cedo al deseo que me invade como un huracán vertiginoso en mis entrañas. La mano baja y se encamina suavemente rozan...

Reflexiones del que acecha

Pensamientos del depredador momentos antes de atacar a su víctima.

Advertencia: Este corto relato no es una apología hacia la violencia sexual aunque en un principio parezca lo contrario. Sólo ruego leer hasta el final antes de juzgarlo. Gracias.

Mírala, allí está, la muy puta, provocándome, contoneándose, moviendo su culito, arriba, abajo, arriba, abajo... Sus nalgas se agitan cada vez de mueve los pies en los pedales de la bicicleta estática. Casi puedo verlas, tan marcadas en su ajustado pantaloncito corto que señala claramente la línea del tanga. Ahora se l...

El Salvaje (5)

Último capítulo.

-¡No! ¡No! ¡NO! Grrr -Bastián gruñe con el ceño fruncido y va hacia el árbol. La lanza ni siquiera se ha acercado a la pieza de piel que hace de diana.

-Es la palabra que mejor te sale. ¡No! -Renata también se enfurruña-. Últimamente a todo me dices que no. ¡A todo! ¿Y a qué viene tanto interés con que aprenda a manejar la lanza? Primero, que si tengo que subir a los árboles a por la fruta, luego que si tengo que aprender a fabricar trampas para cazar, que si teje las nasas para la pesca, que si...

El Salvaje (4)

Mientras los marineros celebran su fiesta sangrienta, Van Groter deja muy claro lo que desea, y tiene todo el poder en sus manos para obtenerlo.

(*Nota: Las letras que aparecen son fragmentos reales de coplas populares de la época).

El honorable August Van Groter es un caballero de mediana edad, elegante y de porte distinguido: traje con levita oscura, camisa blanca, corbatilla negra. Tiene los ojos claros, los cabellos algo encanecidos por las sienes y luce un poblado bigote. Sin embargo, a pesar de su digna apariencia, no es tan honorable, no es tan caballero. En teoría se dedica al comercio de madera de ébano, aunque esa es la tapader...

El Salvaje (3)

Sorpresas en la gruta sagrada, sorpresas en las ruinas de la misión. Unas muy placenteras... Otras todo lo contrario.

-Harta, harta... ¡HARTA! -Renata le lanza a la cabeza un melocotón, que el joven esquiva con facilidad, y continúa imperturbable, sentado en el suelo, afilando la punta de una lanza-. ¡Esto es horrible! ¡O llueve o hace un calor insoportable! ¡Y no salgo nunca! Te marchas por la mañana al alba con tus lanzas, desapareces, regresas con la caza o la pesca, y yo me quedo aquí sin saber qué hacer, hasta que vuelves, claro, que entonces sí que me mantienes bien ocupada con el mete-saca. Pues ya está bien....

El Salvaje (2)

El Salvaje continúa con el ritual sexual en la cueva sagrada, dando rienda suelta a sus instintos.

Su difunto esposo Don Rodrigo, se venía enseguida. En las contadas ocasiones en las que su pene habitualmente flácido conseguía enderezarse algo, no llegaba ni a la tercera metida. Renata abría las piernas, cerraba los ojos, apartaba la cara para no sentir su aliento agrio de viejo y cumplía con su obligación de esposa. Don Rodrigo soltaba un quejidito al terminar, le daba un beso en la frente y salía de su habitación deseándole un feliz descanso, no sin antes rezar juntos unas oraciones. Afortunadame...

Secretitos

Descubrí que mi novio me era infiel. Decidida a vengarme conté con la considerada ayuda de mis tres amables vecinos... Ese es el argumento principal de esta confesión, aunque realmente es al final cuando os desvelaré mis verdaderos secretitos.

Esto que estoy escribiendo es una confesión. Más que una confesión, es como una liberación. Estos hechos ocurrieron hace unos meses. Empezaré hablando de mi novio Carlos.

Tras un matrimonio desastroso y algunas relaciones fugaces, conocí a Carlos por mediación de una amiga. A los cinco minutos de conocerle ya me había enamorado de él. Alto, guapo, educado... Todo un caballero. De esos que te abren la puerta del coche, te sorprenden con un ramo de rosas... Era genial. Al año de salir, nos fuimos...

Diez razones

Mis motivos para amarte.

Un beso que robé mientras dormías;

dos ojos que se apagan al no verte,

tres minutos de eterna melodía,

las hojas de mi trébol de la suerte.

Cinco huellas de fuego que en mi espalda

libran media docena de suspiros;

siete velos que escapan de mi falda,

ocho horas de sueños compartidos.

Nueve rosas de Mayo, nuevo día

para amarte con pasión, para tenerte.

Son los diez mandamientos, vida mía:

Diez razones, mi amor, para quererte....