La virgen cuarentona

Un fulano llamado Borja se vale de su condición de Jefe para cepillarse a una empleada cuarentona, beata y virgen que está mucho más buena de lo que aparenta.

Desde la ventana de mi despacho la veía llegar cada mañana: paso corto, rostro serio, mirada huidiza. Parecía poco agraciada, vieja incluso, debido a que ocultaba sus encantos detrás de unas horribles gafas de pasta y debajo de faldas y chaquetas de señora mayor catequista. Hasta solía usar zapatos amachados, de cordones, y se recogía el pelo en un moño estilo años del catapún.

Mi obsesión por Begoña surgió a raíz de escuchar ciertos rumores que circulaban en la empresa:

«No ha conocido macho en...

Imponiendo mi ley a una ricachona

Una mujer madura autoritaria y ricachona se lleva a un joven a la habitación de un hotel, pero el joven acaba dominándola y hace con ella lo que le viene en gana.

Desde que le acerqué la llama de mi mechero a su cigarrillo supe que follaríamos como locos. Me pedía lumbre una mujer radiante, escultural, de cincuenta y pocos años, que a cada rato se alisaba su pelo oscuro y ondulado.

—Puedes llamarme Marta.

—Yo soy José María o Josema, elige.

De cincuenta y pocos años, sí, pero de tetas jóvenes, tersas, bien torneadas, picudas, y de culo arrogante, nalgudo, redondo. Una lozana andaluza de pies a cabeza que me miraba a través del rímel de sus pestañas....

Sacando de un apuro a mi hermana

A mi hermana (de madre) la saco de apuro doméstico y me lo paga con su cuerpo.

Felisa me llamó el miércoles y el jueves, pero yo aparezco por su casa el sábado a media tarde. Nada más llegar me lío a destripar la lavadora averiada. El cacharro se resiste y me hace sudar la gota gorda, pero yo sigo erre que erre aflojando y apretando tuercas. Los manitas de turno somos así de tozudos. Felisa agradece mi empeño y procura relajarme con dimes y diretes…

—¿Sabes, Jaime? Mi maridito intentó arreglarla, pero me temo que la dejó peor de lo que estaba. Es un chapucero de cuidado.

L...

Mi prima... borrachita

Durante la celebración de una boda una de mis primas bebe más de la cuenta y tengo que llevarla a su casa sana y salva, previo paso por mi apartamento-picadero para que se recuperara y demás...

En el convite de la boda de mi hermana Isabel, hace ahora siete años, me tocó sentarme en la misma mesa que nuestros primos y primas y, la verdad, lo pasamos de guinda recordando anécdotas y travesuras de la infancia, aunque también bebimos alcohol hasta por las orejas. La que peor aguantó los copetines fue Marisa, una prima casada, de treinta y cuatro años, la mayor del grupo, que había venido a la boda sin su marido «en viaje de negocios».

Brindis va brindis viene, la mencionada primita se agarró un...

Mi suegra se vino en mi moto

Mi mujer me pidió que llevara a su madre de vuelta a su casa del pueblo, y tuve que llevarla en mi moto porque tenía el coche averiado. Acabé follándomela detrás de un árbol. Cosas que pasan...

Menudo cabreo sordo me agarré cuando Elena, mi mujer, me lo soltó de golpe y porrazo y sin anestesia:

—Luis, ¿puedes llevar a mimadre de vuelta al pueblo?

Eloísa, o sea mi muy adorada suegra, había venido para la celebración del cumpleaños de su única nieta, que todavía apenas gateaba, y se pasó cinco días de propina en mi casa haciéndole mimos a la cría. O andaba listo o me chinchaba también el sábado sabadete.

—La llevaría con mucho gusto, Elena, pero recuerda que tenemos el coche en el...