Un hoyo difícil (Hoyo 5)

Sara es una niña pija, caprichosa y un tanto torpe a la que obligan a ir a buscar a su viejo tío al campo de golf. Pronto se verá inmersa en una partida en la que sólo quedará claro su falta de talento para el golf y lo bien dotada que, en contrapartida, está para otro tipo de juegos.

Nada mejoraba después del paseo en cochecito. Tanto el caddie como el consultor golfista y golfante siguieron con su magreos, roces y toquecitos, a mí, que ya estaba a 100, qué digo a 100, a 150. Pero ninguno de aquellos dos parecía capaz de encender la brasa que, curiosamente, ellos mismos se habían encargado de prender dentro de mí. Por un lado, me hacían sentir incómoda, a pesar de que estaba muy claro que el cegato de mi tío no iba a darse cuenta de nada. Por otro, estaba ardiendo por dentro. No ve...

Un hoyo difícil (y el reposo en el Club)

Sara es una niña pija, caprichosa y un tanto torpe a la que obligan a ir a buscar a su viejo tío al campo de golf. Pronto se verá inmersa en una partida en la que sólo quedará claro su falta de talento para el golf y lo bien dotada que, en contrapartida, está para otro tipo de juegos.

Puede parecerte raro pero la situación me dejó turbada. Allí, semidesnuda en una especie de convención de ricachones prostáticos. Padecía vergüenza, sí. Pero también secretamente no podía evitar sentirme orgullosa y excitada de ser el centro de atención.

Fue el maldito Rubén el que me sacó de allí, aunque hubiese estado muy bien que me hubiese dado para cubrirme algo más que una servilleta. Cualquiera de sus bandejas de camarero hubiera sido más eficaz. Una vez más, antes de irme, me pareció intuir el...

Un hoyo difícil (Hoyo 3)

Sara es una niña pija, caprichosa y un tanto torpe a la que obligan a ir a buscar a su viejo tío al campo de golf. Pronto se verá inmersa en una partida en la que sólo quedará claro su falta de talento para el golf y lo bien dotada que, en contrapartida, está para otro tipo de juegos.

En el hoyo tres aquello ya se había vuelto insoportable. El sol empezaba a calentar y a mi pesar estaba más sofocada que antes. Mis esfuerzos para no pensar en mi novio y en los meses que hacía que no me tocaba resultaban inútiles. Me dolían los pies de caminar y, además, Richard Javier, el caddie , que según me dijo era venezolano; y Fede Cardosa, no hacían más que comerme con los ojos. Más incómoda no podía estar. Para colmo, siempre he sido harto patosa para los deportes y todo apuntaba a que el gol...

Un hoyo difícil (Hoyo 1)

Sara es una niña pija, caprichosa y un tanto torpe a la que obligan a ir a buscar a su viejo tío al campo de golf. Pronto se verá inmersa en una partida en la que sólo quedará claro su falta de talento para el golf y lo bien dotada que, en contrapartida, está para otro tipo de juegos.

Te cuento esto porque siempre he pensado que la vida te da la oportunidad de equivocarte muchas veces y la ventaja de ser una chica como yo es que hasta ahora esto no había tenido consecuencias. Pero intuyendo que las circunstancias estén a punto de cambiar, prefiero optar por desvelarte la situación como buena amiga que eres y recabar tu criterio, ya que de las dos siempre he sido, sino alocada, si lo bastante egoista como para basar mi vida en la frivolidad, mientras que tú has destacado por tu prudencia...

Jovencita en el club de castidad (Coda final)

La joven Ramona es enviada por su madre al club de castidad de la parroquia para que se espabile, ya que su progenitora piensa que es más bien poco espabilida. Pero la inminente visita del Obispo y lo salidos que van algunos de los hombres del entorno parroquial harán todo tome un giro imprevisto.

–Roque, he olvidado mi misal en el confesionario. Ve a buscarlo, mientras yo cierro las puertas.

El sacristán obedeció mientras don Federico iba a cerrar la puerta este de la Iglesia. Llegó al confesionario pensando en Ramona, en que aquella semana no había acudido a la reunión del Club de Castidad. No vio el misal, con lo que concluyó que quizá le había caído al suelo. Entró el confesionario y estaba comprobando si se había colado entre la banqueta y la madera, cuando se quedó paralizado. Había encon...

Jovencita en el club de castidad (1)

La joven Ramona es enviada por su madre al club de castidad de la parroquia para que se espabile, ya que su progenitora piensa que es más bien poco espabilida. Pero la inminente visita del Obispo y lo salidos que van algunos de los hombres del entorno parroquial harán todo tome un giro imprevisto.

Eran malos tiempos, tanto para trabajar en la parroquia como para haber fundado un club de castidad en una pequeña ciudad de provincias. Al menos eso pensaba Roque, el veterano sacristán de la parroquia de los Purísimos Remedios. No sólo había sufrido las chanzas de la prensa local con su iniciativa, sino que precisamente hacía dos días el Club de Castidad había perdido a sus dos miembros más principales, ya que Fede y Maite habían abandonado el grupo sin dar demasiadas explicaciones, que quizá no hacían fa...

Jovencita en club de castidad (3)

La joven Ramona es enviada por su madre al club de castidad de la parroquia para que se espabile, ya que su progenitora piensa que es más bien poco espabilida. Pero la inminente visita del Obispo y lo salidos que van algunos de los hombres del entorno parroquial harán todo tome un giro imprevisto.

Roque estuvo tan ocupado con la visita del obispo, monseñor Marcelo que casi no pensó en Ramona. El sábado monseñor no participó en la misa, porque después de la atracción mediática que había tenido su ayuno en favor de las buenas costumbres, prefirió una vista discreta que sólo se notificó a los fieles más fieles. Todos trajeron algo de comer para agasajar al obispo por la valentía que había mostrado con su reciente ayuno. Don Federico, el párroco, había querido que el encuentro fuera discreto para que no...

Jovencita en el club de castidad (2)

La joven Ramona es enviada por su madre al club de castidad de la parroquia para que se espabile, ya que su progenitora piensa que es más bien poco espabilida. Pero la inminente visita del Obispo y lo salidos que van algunos de los hombres del entorno parroquial harán todo tome un giro imprevisto.

Roque había pasado la noche entre la exaltación y el decaimiento, entre el decaimiento y la exaltación. El sacristán no veía el momento de volver a ver a la nueva feligresa. La reunión del club de castidad empezó sin ella, lo que le provocó el lógico desánimo. La pareja de abueletes estaba como siempre y Darío, el organista, parecía más preocupado por arrancarse un padrastro que por el tema de debate, que era “el valor de saber esperar”.

Cuando empezó a llover, Roque descartó que viniese y su ánimo de...

La reputación de Puri (4)

Puri es la hija del director del colegio en donde intenta ser un modelo para todos. Pero pese a sus intentos de seguir la moral convencional, todo se irá torciendo de manera que la imagen que tanto se ha esforzado en construir antes su padre, novio y profesores acabará arrastrada por el fango.

Tardé semanas en poder convencer a Simón de que aquello no era lo que parecía. Remiso y ofendido insistió durante día que el había visto lo que había visto, que no se lo pensaba contar a nadie, pero que era igual, que no lo iba a contar a nadie. Parecía más ofendido por las veces que había tenido que volverse a casa con el rabo entre las piernas que por lo acaecido en sí, señoría. Pero a base de mohines y de botones desabrochados de mi nívea camisa pudieron con su orgullo. Empezó a reconocer que sí, que era...

La reputación de Puri (2)

Puri es la hija del director del colegio en donde intenta ser un modelo para todos. Pero pese a sus intentos de seguir la moral convencional, todo se irá torciendo de manera que la imagen que tanto se ha esforzado en construir antes su padre, novio y profesores acabará arrastrada por el fango.

Cuando llegué a casa mamá estaba atareada en la cocina preparando algo para picar pese a lo avanzado de la hora. Casi ni me miró.

−Vete al salón, querida, que ha venido Julián a despachar con tu padre, pero lo han llamado por teléfono y ya sabes como se enrolla. El pobre Julián lleva esperando más de diez minutos.

Nada podía contrariarme más que aquella visita inoportuna a una hora además intempestiva. No me importa que conste que en aquel momento yo sólo quería irme a la cama y, quizá, aliviar...