El maletero (VII - Final)

Se acabó la historia...

EL MALETERO VII

Mi Diosa había quedado muy satisfecha con la prueba que le había hecho a Paqui; estaba firmemente convencida de adoptarla como pupila y enseñarle todos los secretos de la dominación. Por supuesto yo iba a ser la cobaya para aquellas enseñanzas, y el garaje sería el aula, de momento.

Durante los meses siguientes Paqui aprendió todos los secretos de un sumiso, todos los usos que se le podía dar, siempre guiada y preparada por mi Señora; un día llegaba Paqui al garaje y se...

El maletero (VI)

Ya se acerca el fin...

Las jornadas seguían igual, mi vida actual me encandilaba, y no podía existir otra forma de vida que me llenara más; mi ocupación principal, mi razón de existir era servir a aquella criatura tan maravillosa, ponerme a sus pies y volcar toda mi capacidad de trabajo, de sacrificio y de sumisión en aras de su capricho y su deseo. Y no quería para mí otra cosa más que lo que tenía.

En mi apartamento fui haciendo reformas a expensas de lo que Ella deseaba; la habitación principal, un espacio diáfano y...

El maletero (V)

Queda poco ya, jejeje.

EL MALETERO V

La audacia de mi diosa iba cada vez más lejos; una noche salió de fiesta con unos amigos y me pidió que la acompañara, pero a mi manera, es decir, desnudo, atado y en el maletero. No puse reparos, aunque la situación me asustaba un poco, porque cualquier imprevisto podría provocar una situación incómoda. Llegado el momento, un jueves por la noche, me dirigí al garaje después de que Paqui se hubiese marchado, y me desnude, me arrodillé y espere a mi Diosa.

Cuando apareció me d...

El maletero (IV)

sigue el maletero...

Se había adueñando de mi vida tan rápido que no me había dado tiempo a pensar en lo que me estaba pasando, solo me limitaba a disfrutarlo, vivía la vida que quería y que yo solo había elegido, y me sentía bien, por una vez en la vida tenía sentido mi existencia, o así yo lo creía. No hubiera cambiado por nada del mundo, y si hubiera podido dar más, lo hubiera dado.

Mi Diosa había dado un nuevo paso en nuestra relación; primero se había adueñado de mi coche, en el que tantas horas había pasado ca...

El maletero (III)

Aquel era su templo...

Poco a poco el garaje se fue convirtiendo en un templo, un lugar oculto a miradas curiosas donde adorar a una verdadera Diosa; de hecho, cualquiera que pasara por fuera, al lado de la puerta, no podía imaginarse siquiera que se usara aquel recinto. Las paredes se habían forrado de corcho para aislar el sonido, tras la puerta de acceso al coche se había instalado una persiana que cerraba herméticamente el espacio y en el techo había un potente extractor que mantenía ventilado el recinto.

Mi Diosa...

El maletero (II)

Sigue en el coche.

EL MALETERO II

No pude evitarlo, y aunque lo intenté, aunque decidí que aquello iba a ser algo meramente circunstancial, me atrapó de tal manera que mi vida empezó a girar entorno a aquella situación. Tras aquella primera semana en la que viví en el limbo, como a mí me gustaba, en manos de una Diosa, no podía pensar en otra cosa que en ser usado de la misma manera por Ella. Cada vez que abría el maletero del coche un cosquilleo me recorría la espalda, y deseaba con todas mis fuerzas que Ella est...

El maletero

Espacio reducido, ama autoritaria y caprichosa... ummm

Estaba resuelto a realizar aquella fantasía antes de mi boda, y aquella Diosa de mis sueños había tenido la gracia de concedérmelo; estaba en mi coche conduciendo hacia la dirección que Ella me había dado, nervioso pero tremendamente excitado. Finalmente llegué a la calle, giré la esquina y aparqué el coche en un hueco. Tomé mi móvil y la llamé, comunicándole que ya había llegado. Me dijo que esperara. Eran las 8 de la tarde del domingo.

Habían pasado diez minutos más o menos cuando apareció Ella...

La Bruja

Es un relato de ciencia ficcion, que tiene que ver con el fetichismo de las braguitas, de los culos y del facesitting.

Cuando me enteré de que la chica con la que me había acostado, amiga íntima de mi novia, era una bruja, no supe cómo reaccionar; me dio miedo, terror, y ese miedo pudo más que mi amor, así que, craso error, amenacé con descubrirla, delatarla, aunque no sabía bien a quién.

Estábamos en su casa, acabábamos de hacer el amor, y sus profundos ojos negros me estaban mirando fijamente cuando yo estaba de los nervios; su cuerpo desnudo sobre la cama, su melena negra azabache desparramada por la almohada...