Por la cuenca del ojo
Pequeña historia de lo que hice con un cráneo de plástico humano.
Por la cuenca del ojo
Ya sé que pensaréis que soy un pervertido, un depravado, un enfermo o alguna cosa mucho peor. Pero lo tenía que probar. ¡Era una necesidad superior a mí! Cada vez que pasaba por su lado y la veía, no podía evitar que vinieran a mi cabeza los pensamientos más degenerados que jamás he tenido. Quieta en la estantería, blanca como el mármol, mirándome con los ojos tan abiertos como le era posible y sonriéndome de aquella manera tan cruel y macabra. Parecía que se reía de mí, qu...