Tocando el cielo
Tras aquél polvo bestial, y una vez que Dani se había marchado de nuestra casa, una sensación extraña me embargó. Mientras ella se duchaba, yo permanecí en la cama fumando como un poseso.
TOCANDO EL CIELO
Tras aquél polvo bestial, y una vez que Dani se había marchado de nuestra casa, una sensación extraña me embargó. Mientras ella se duchaba, yo permanecí en la cama… fumando como un poseso.
A los pocos minutos, su figura entró en el dormitorio. Venía desnuda, como si aún deseara más. Cruzamos nuestras miradas y no nos dijimos nada. Yo seguí rellenándome de nicotina el cerebro y ella, supongo, más relajada con la ducha, comenzó a preocuparse por mi estado mental, por mis sentim...