Elena y el taxista
Elena metió un dedo entre sus piernas y sacándolo muy despacio lo chupó mirando al retrovisor.
Elena esperó que llegase el taxi. Estaba sentada en la acera y deshecha. La habían reventado bien reventada. El taxi llegó y ella se montó en el asiento de atrás, tenía un rato hasta su casa y pensaba dormir. Al levantar la vista, vio que era el mismo taxista del otro día. ¿Casualidad, destino?
Ella sabía que hoy no llevaba bragas, habían quedado destrozadas y las dejó tiradas en el suelo. Notaba como el taxista la miraba. Elena abría sus piernas enseñándole su coño, ella sabía que miraría. Tenía los...