Tú y otras drogas juveniles
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Magdalena
No era necesario indicar el camino para llegar a la habitación, ya saben, al fondo del pasillo, a la izquierda. Este se apreciaba. Las prendas arrojadas al suelo eran un indicio de la no exactamente sorpresa que se hallaba ahí.
Como cada noche, la temperatura era cálida, tanto como para no querer poseer obstáculo alguno entre su anatomía y el ambiente, el que pedía a gritos tener contacto directo con el escaso viento que se filtraba por la ventana. Como cada noche la m...