Idas y vueltas. 12
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Vaya encantadora suerte que tenía. La miré entonces, por primera vez desde que me había enterado la nueva noticia. Ella me estaba observando y pude leer en sus labios la palabra “LO SIENTO” cuando por fin sostuve su mirada, con una expresión en su cara que me había arrancado los últimos indicios de vida dentro de mí.
El corazón me pedía a gritos ir por ella. La razón, por supuesto, me tenía sentada aún en la silla.
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Al final de las clases me marché rápidamente, sin siquiera esperar a los...