Mi cuñado 2.

Infidelidad consentida. Incluyo foto aunque no sé si la web la admitirá.

Mi cuñado 2.

Si leísteis el relato “Mi cuñado”, recordad que mientras éste me follaba yo hablaba con mi marido por el móvil:

Buenos días, Bárbara. ¿Llegó mi hermano? ¿Te cuida bien?

Hola, Fran. Precisamente en este momento tengo encima a mi cuñado y me está “entreteniendo”. – añadí con sarcasmo – Me la está clavando hasta el hígado. Ni te imaginas el grosor y la longitud de la polla de tu hermano – uuummm  uuuufff – gemí y resoplé pues el falo no paraba de empujar buscando no s...

Julia. 2: placer carnal

Mi marido me señalaba el camino hacia el placer carnal que nos alimentara a los dos. Como buena esposa lo hice y comimos los dos del mismo plato.

Julia. 2

Apenas entramos en el hall del hotel nos asaltó un joven que vestía algo parecido a un frac:

—Vienen ustedes al congreso ¿verdad señoras? – asentimos y nos precedió a un salón enorme en el que había una gran mesa ovalada ya ocupada por diecinueve personas, doce elegantes hombres y siete chicas, bueno, realmente eran dos jovencitas, una madurita – Ángela – y tres mujeres más maduras que vestían trajes-chaqueta oscuros, más dos sillas vacías en las que nos sentamos Sofía y yo, aunque...

Julia. 1

Julia y Sofía. Las sombras de dos mujeres casadas.

Julia

Este relato puede considerarse la extensión de la serie “La noche que acepté hacer cornudo a mi marido”.  Cuento mi rebelión ante los abusos de mi esposo y la decisión de caminar solao con otra compañíapor un sendero incierto, lleno de peligrosas sombras.

El día que, junto a mi amiga Sofía descubrimos nuestra bisexualidad, pasamos horas saboreándonos, revolcándonos en la cama, incluso apagamos los móviles pues en la dimensión paralela que vivimos no h...

Mi cuñado

Esto es lo que pasó cuando mi marido envió a su hermano para que cuidase de mí.

Me miré en el espejo del baño, terminaba de salir de la ducha y trataba de alisar mi cabello rubio que, como siempre, estaba en­redado. Era el habitual martirio de cada mañana, pues con el paso de los años los nudos de los pelos se empeñaban en retorcerse más, pues mi cabello era ondulado pero me gustaba llevarlo liso, justo por debajo de los hombros.

Sonó el timbre de la puerta y ni siquiera me moví <<seguro que sería algún vendedor de seguros o algo así>> , aunque el timbre no paraba de...

La noche que acepté hacer cornudo a mi marido: 6

Julia sola

Corrí riendo hacia el dormitorio, sacudiendo con la mano el billete que Pascual me acababa de entregar:

—¡Ni te imaginas lo que me acaba de pasar! ¡el gordo me ha tomado por una puta! ¡me dio 500 pavos! –me revolcaba en la cama casi meándome de la risa  –¡hay que ser panoli! ¿eh, cielo? mira, esperábamos el ascensor y entonces va y...

—Y pagó por follarse a la hembra que se entretenía chupando sus propias tetas, a la vez que el gordo restregaba la polla en ese maravilloso culo ¿no?

—¡Joder...

La noche que acepté hacer cornudo a mi marido: 5

Mi marido seguía con la manía de mostrar mi cuerpo y forzarme a tener relaciones sexuales con cualquiera que se le ocurriese. Pero........

5

Jaime estaba tumbado en el sofá del salón, me acurruqué a su lado susurrando en su oído cualquier cosa que pudiera animarlo, pero él no reaccionaba. Hacía casi un mes que nuestra vida cambió para mal, en concreto desde aquella estúpida noche que pasamos con el chico de la camiseta y aunque para mí apenas era un recuerdo divertido a mi marido le afectó de un modo inusual, como una afrenta personal

Como corresponde a una buena esposa, trataba de estimularlo cada noche y sacarlo del abismo en...

La noche que acepté hacer cornudo a mi marido: 4

Esa noche fue el inicio de mi vida libertina, sin prejuicio alguno que me atase a nadie

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—Julia. Julia ¡¡Julia despierta, joder!! – una mano zarandeaba mi hombro desnudo.

—Que... que pa..sa Fer – intentaba entreabrir los párpados.

—Eso quiero que me digas ¿Dónde está? – mis párpados estaban cerrados de nuevo.

—Est... á  aquí – estiraba el brazo palpando con la mano la parte de la sábana junto a mi cuerpo. Abrí los ojos de golpe: la sábana estaba fría y también vacía – te aseguro, Jaime, que hace un ratito dormía a mi lado. ¿Has mirado el dormitorio anexo al nuestro...

La noche que acepté hacer cornudo a mi marido: 3

El sentido común me exigía no dar ese paso, pero mi cuerpo decidió por su cuenta

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Faltaban diez minutos escasos para la hora prevista de la cena. El espejo de cuerpo entero del dormitorio reflejaba mi imagen, vestía una falda negra de vuelo bastante corta que mostraban mis rodillas, medias grises oscuras y sandalias de tacón a juego con las medias; el torso lo cubría la blusa blanca hueso sin mangas con discretas aberturas que mostraban parcialmente los costados y el escote como la de cualquier blusa, con botones hasta el cuello que permitían la posibilidad de discreción o atrevi...

La noche que acepté hacer cornudo a mi marido: 2

Mi marido seguía induciéndome hacia ese peligroso camino: entonces apareció Él.

2

Terminamos la cena en absoluto silencio. Él pensaba y yo pensaba. Ni tan siquiera se cruzaron nuestras miradas. Retiramos los platos y demás, los metimos en el lavaplatos y, al fin él habló:

—¿Subimos a la cama, cariño? – preguntó con la voz neutra, algo nervioso.

—Ve subiendo, Jaime. Voy a limpiar este desastre, que todo está muy sucio. Luego subo.

—Vale. Voy a darme una buena ducha. No tardes, nena.

En un par de minutos arreglé la cocina y quedó como siempre: limpia y b...

La noche que acepté hacer cornudo a mi marido

Sé que es una de mis manías, nena, ver como te folla un extraño. Pero lo vamos a hacer, aunque solo sea para confirmar que no necesitamos a nadie - dijo mi marido

Mientras preparaba la cena en la cocina no paraba de pensar en mi marido, en sus extrañas manías que las últimas semanas me proponía cada noche durante la cena y algo más tarde cuando nos acostábamos.

La verdad es que estoy nerviosa, confundida y bastante asustada, pues lo que Jaime quiere es meter a una tercera persona en nuestra cama; al principio su “manía” fueron susurros en mi oído durante los preliminares de nuestros polvos diarios y eso nos calentaba a los dos. Él hablaba de mi tentador cu...