Serie negra: un día realmente aciago
Anónima confesión sobre lo acaecido durante un día, nada ordinario, de mi vida. Sensibles, románticos y lectores buscando relatos puramente masturbatorios, mejor se abstienen de leerlo.
Me he despertado a las cuatro de la madrugada, mareado, angustiado, con una migraña galopante machacándome la cabeza y a penas me ha dado tiempo de llegar hasta el váter para vomitar la cena de anoche y los cuatro o cinco güisquis (quizás fueron seis) que seguidamente me tomé en un pub irlandés del barrio antiguo de Ginebra.
Dos horas y tres analgésicos después he podido dormir otra media hora sentado en el sofá. Después me he duchado, vestido y dirigido al parking del edificio para buscar mi mo...