Los Juegos de Elena 4 Asaltos

Elena había abierto la caja de pandora y ahora estaba dispuesta a continuar con sus juegos donde yo era poco menos que una marioneta en sus manos.

“Sueña conmigo esta noche… “Me había dicho mi madrastra después de hacerme una paja en mi propia habitación. Eso es lo que hice y pasé una noche agitada, salpicada de sueños donde Elena era la protagonista.

Dormí hasta tarde y el resto del día intenté evitar tanto a mi padre como a Elena. Mi cabeza estaba sumida en un mar de dudas y culpabilidad. Temía que cualquiera de mis reacciones me delatara y tampoco sabía como mirar a ninguno de los dos a la cara. Por muy poco cariño que le tuviera a mi padre n...

Los Juegos de Elena 2 El acoso

Elena me estaba acosando. Aprovechaba cualquier excusa para seducir y provocar, poniéndome de lo más nervioso en incomodas y eróticas situaciones.

Durante varios días la imagen de Elena, mi madrastra, masturbándose desnuda en su cama me acompañó a todos los lados. Estaba obsesionado con aquella noche y estaba distraído en todo lo que hacía: en la escuela, con mis escasos amigos, jugando a la videoconsola,… cuando menos me lo esperaba el recuerdo aparecía de manera recurrente en mi cabeza.

La actitud que tenía Elena conmigo aquellos días tampoco ayudaba a olvidarme de lo que había presenciado. Ahora, pasados algunos años, ya sé que Elena me estab...

Los Juegos de Elena 3 La Paja

Mi madrastra acababa de sorprenderme en medio de una paja y estaba dispuesta a acabar lo que yo había empezado.

-… si quieres puedo ayudarte con eso.

Elena, mi madrastra, acababa de entrar en mi cuarto y me había pillado con el bañador en los tobillos y el pene empalmado en la mano. Me acababa de sorprender en medio de una paja.

Cerró la puerta y se sentó en un borde de la cama. Me subí el bañador como pude e intenté tapar el bulto de la erección. Estaba rojo como un tomate y muerto de vergüenza. Curiosamente mi pene no tenía parecía tener la misma vergüenza y continuó tozudamente duro.

-No hace fal...

Los Juegos de Elena 1 El Inicio

Elena, mi madrastra, era una mujer con un físico de infarto, una auténtica Diosa del erotismo y la feminidad. A mí me tenía totalmente obsesionado y me dedicada a espiarla y observarla a hurtadillas.

Era aún un niño cuando conocí a Elena y aun siéndolo aquella mujer me turbó de una manera incomprensible a mi corta edad. La encontraba fascinante y no podía apartar los ojos de ella.

Elena y mi padre se casaron poco tiempo después de conocerla. Mi madre había fallecido años atrás y apenas la recordaba. Tampoco tenía una gran relación con mi padre. Él era un atareado y ambicioso de hombre de negocios al que le preocupaban más sus empresas y el dinero que su hijo. Por eso me criaron un sinfín de niñera...

Confinado con Tía Carmen 10 ¿Final?

Un sábado de lo más entretenido con tía Carmen

Después de un mes encerrado con tía Carmen mis fetiches estaban desatados. Nuestra vida sexual además de variada y sin tabús era frenética y cada día encontrábamos nuevas y degeneradas formas de gozar. Explorábamos y mi tía parecía buscar los límites de su vicioso sobrino, pero de momento no los había encontrado…

(…)

Tía Carmen siempre se levantaba un rato antes que yo. A mi me gustaba remolonear en la cama un rato, sobre todo los sábados y los domingos que no debía atender a las clases que hací...

Confinado con tía Carmen 9

Recibimos un paquete con la ropa interior de mujer que tía Carmen había comprado para mí. Eso la puso bien cachonda y quiso jugar con su "sobrinita" con polla.

Cuando llamaron al interfono de la puerta me sobresalté. Era extraño recibir visitas en aquellos tiempos de coronavirus y yo llevaba ya más de tres semanas sin ver otro ser humano que no fuera mi tía. Estaba estudiando en mi antiguo cuarto y puse la oreja cuando escuché que mi tía abría la puerta y esperaba a ver quién subía a su pequeño pisito.

Era un repartidor y enseguida adiviné de qué se trataba. Era la ropa interior femenina que mi tía me había comprado por internet unos días antes. Nada más des...

Confinado con Tía Carmen 8

Desayuno y baño con la viciosa de Tía Carmen

Gracias a las atenciones y curas de tía Carmen mis pobres y doloridas nalgas no tardaron en sanar y las marcas de su zapatilla desaparecieron de mi piel en tan sólo unos pocos días. No volvió a profanar mi ano ni a vestirse de enfermera, pero me daba crema un par de veces por día. No podía contenerse y la cosa acababa en sexo. Mi juventud y vicio y su ninfomanía multiorgásmica conspiraban para que tuviéramos tres o cuatro encuentros sexuales cada día. Estos seguían siendo variados, perversos y fetichistas. ...

Confinado con Tía Carmen 7

Mi tía se disfrazó de enfermera para curarme el magullado trasero aunque lo aprovechó para hacerme una revisión anal en todo regla. Yo tampoco pude contenerme y horas después le daba lo suyo, tanto en su coño como en su culazo.

7.

Al día siguiente de la durísima zurra con la zapatilla tenía las nalgas amoratadas y no podía ni sentarme. A pesar de eso, recordándolo en perspectiva, había valido la pena. Tía Carmen, al ver mis heridas de guerra, aprovechó para preparar un pequeño juego de rol. Se disfrazó de enfermera y me llamó a su habitación.

Era como una de aquellas enfermeras antiguas: falda y chaquetilla blanca; aunque demasiado escotada para una recatada enfermera; pelo recogido en un moño, medias blancas y zapatos...

Confinado con Tía Carmen 6

Tía Carmen y su zapatilla me dieron una buena azotaina por ser un sobrino tan degenerado.

Los siguientes días de confinamiento con Tía Carmen fueron de lo más entretenido. Decirles que ella me pervirtió sería mentirles, pues yo ya había desarrollado unas más que retorcidas fantasías sexuales debido a mi adicción al porno y a masturbarme frenéticamente. Lo que ella hizo fue explorar en esas fantasías, ahondar en ellas y hacerlas realidad. Cada día teníamos dos o tres encuentros sexuales donde ella me dominaba, me infantilizaba, cerdeábamos con la comida, jugábamos con su ropa interior sucia o sim...

Confinado con Tía Carmen 5

Merienda y ducha con la guarra de mi tía.

La mañana siguiente volví a despertar en la cama de mi tía. Aún olía a sexo y sudor después de una segunda noche de desenfreno y vicio. Me duché y desayuné con tía Carmen. Pasé gran parte de esa mañana haciendo clase de manera virtual debido al confinamiento por la Covid y cuando terminé tía Carmen me reclamó el ordenador.

-Ayer te dije que la tita iba a comprarte ropa interior. Lo tendré que hacer por Internet así que porque no te desnudas y te sientas en mi falda para ayudarme.

No tenía ningún...