Siluetas en la oscuridad
Raúl me tenía en sus manos. De modo macabro supo aprovechar la situación y me fue convirtiendo en objeto de placer canino.
SILUETAS EN LA OSCURIDAD
Durante días me sentí un guiñapo. ¡Qué forma más anticlimática de perder la virginidad! Y sin embargo, no podía dejar de pensar en aquello. Estaba adolorida, aturdida y completamente fuera de mi centro emocional. Apenas podía dimensionar todo lo que había ocurrido y en todo lo que había incurrido. No podía haber, en ese momento, persona más desamparada. Para colmo, el áltimo comentario que hizo Raál cuando salí de su casa me tenía inquieta y prolongaba la angustia que me...