La decisión
No hay que elegir si puedo tenerlo todo.
A mis veinticinco años me encontraba en el mejor momento de mi vida. Mi primer trabajo como vendedora de pisos iba genial y aunque aún vivía con mis padres pronto podría permitirme mudarme con mi novio. Llevaba dos meses con él y todo era perfecto. Nos había costado mucho tiempo estar juntos pero al fin era mío. Tras años de amistad, la chispa del amor surgió entre nosotros. Teníamos mil planes para hacer juntos, nuestro propio plan de vida. Recuerdo uno de los primeros sábados que tras consolidarnos como p...