Anton 2
Leer el prologo
Indudablemente mi vida cambió, y la de mi amante maduro también. El problema era que vivíamos en un pueblo pequeño, en el cual tener intimidad era complicado. Anton venía a casa de mis padres casi sin motivo varias veces al día, aprovechabamos cada segundo que podíamos, para sacar un beso satélite o una caricia furtiva. Teníamos que tener mil ojos, cuando yo iba a casa de mis abuelos y el llegaba por el corral. Yo le esperaba, lo más sexy que podía, y cuando el llegaba, le veía ya el bulto que le hacía su e...