El reencuentro con Flavio
Tener sexo con un hombre mayor y canoso era algo inalcanzable. Cuando lo conocí, lo fantaseaba conmigo. Nunca pensé que, con el pasar de los años, tendría la oportunidad de estar en sus brazos.
Unos meses de trabajo del juzgado de Florida había hecho que me enamorara del derecho. Así emprendí camino a la capital en busca de una profesión.
Tenía 25 cuando lo conocí. Él era un señor de 47 y nos encontramos en los salones de facultad. Me encantó desde el primer segundo. Era un hombre con pelo gris oscuro, alto y con peso acorde, labios algo gruesos, ojos marrones y barba un poco desprolija. Gracias a una amiga en común empezamos a estudiar juntos. Además de los libros, vino la amistad hasta q...