¡Ah, Flaquita!
Esa noche, después de varios fracasos, mi sueño se convirtió en una excitante velada.
¡Ah, flaquita!
Llegamos a su casa después de una fiesta. Me iba a quedar porque ya era bastante tarde y no me quería arriesgar a tomar un taxi a esas horas.
En realidad ya lo habíamos planeado, si la fiesta terminaba muy tarde me permitiría pasar la noche en su casa. Esperaba, sin embargo, que sucediera algo más que dormir, aunque durante charlas previas siempre me había rechazado. Por si acaso iba preparado, había comprado condones antes de llegar por ella.
Cuando entramos a su casa...