Aprendizaje virtual, con sorpresa al final
Una jovencita vergonzosa se suelta en la red y termina llevandose una sorpresa al intentar satisfacer sus apetencias.
La primera vez que tuve conciencia de que el ojete de mi culito también podía participar en un acto sexual, fue en una de mis pocas relaciones estables, sentimentalmente hablando. Tenía 21 añitos, y llevaba saliendo con Carlos sólo cinco meses cuando lo hizo por primera vez. Mis padres habían salido esa tarde, y él se había venido a mi casa, según decía para estudiar, pero yo ya sabía que quería echar un polvo conmigo. Efectivamente, poco después de llegar, ya nos revolcábamos salvajemente por las sáb...