Arder, nacer, tal vez volar...
Un cuento al modo tradicional dedicado a una amiga muy amiga que venera al Ave Fénix.
Arder, nacer, tal vez volar
Hace muchos, muchos años, vivía en un país lejano una reina cuya hermosura cautivaba al mundo. Aguerridos caballeros partían a la guerra por hacerse un nombre que ella escuchara, eremitas descendían de sus retiros montaraces y fundaban nuevas y extrañas religiones con el fin de llamar su atención aun a riesgo de perder sus almas al cometer apostasía, y los labriegos, incapaces de imaginar siquiera el color de la orla de su manto, regaban los campos con lágri...