Los riesgos insospechados de la ambición (19)

Marta se entrega también a su compañero Roberto, que la somete sin contemplaciones, aprovechándose de la oportunidad que le había ofrecido sin querer la propia Marta

Roberto

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Después de irse el portero ella permaneció desnuda apoyada en la mesa de su secretaria, todavía sin poder creerse lo que había ocurrido en su despacho. Y no la podía humillar más tener que reconocer que nunca había disfrutado tanto con un hombre, como había disfrutado con el portero, allí mismo, o en su mesa, o en aquel patio. Nunca.

Desde luego no se deshizo en llantos, no se sintió hundida, había trabajado muy duro en su vida para llegar a su posición, tan anhelada prácticament...

Rachel

Esta es parte de la historia de la primera infidelidad no consentida de nuestra amiga Rachel. Me temo que no será la última.

Rachel

Salí de las Galerías de Oxford Street con dos bolsas en las manos y mi bandolera colgada del cuello.  Acababa de comprar algunas cosas para la cena y los dos siguientes días.  Esta tarde, por fortuna, libraba en el trabajo así que tenía cinco horas por delante para tomar una ensalada y tumbarme en el sofá.

-  ¡ Rachel !.  - escuché una voz familiar a mi espalda. Me detuve y Rob se situó a mi lado cogiendo una de las bolsas que colgaban de mis manos.  -  Vas muy cargada, cielo, deja que ay...

Mi abuelo me dejó a solas con el cura. Dominación.

Uno de los castigos más dolorosos que mi abuelo me hacía pasar, era untarme una guindilla en el coño. Me dejaba en el sofá del salón mientras él iba a la cocina, escogía una guindilla y la traía hacia mí. Quítate la ropa y ábrete de piernas - me decía muy serio. Yo tenía 10 años.

(Continuación de “ Mi vida con mi abuelo. Dominación, filial.

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Uno de los castigos más dolorosos que mi abuelo me hacía pasar cuando no hacía las cosas bien,  era untarme una guindilla en el coño.

Me dejaba en el sofá del salón mientras él iba a la cocina, escogía una guindilla y la traía hacia mí.

  • Quítate la ropa y ábrete de piernas - me decía muy serio.

Yo tenía 18 años cuando empezó este castigo.

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Mamá Striper

La vida puede ser dura...y más aún si descubren tu secreto.

Me llamo Elena, tengo 30 años y soy malagueña, de la capital. Con 16 años cometí el estúpido error de dejarme convencer por un imbécil para echar un polvo sin condón. Lo único bueno que salió de aquella noche fue mi hijo Pedro. Por supuesto el imbécil no quiso saber nada y desapareció de mi vida. Mis padres me miraban con ojos acusadores y de decepción y yo estaba desolada, triste y asustada. Cuando Pedró nació todo cambió para mi. Acepté el desprecio y la desconfianza de mis padres, guardándomelo para mi....

Pandemia 04: perdida

En este capítulo desvelamos dónde se encuentra Marge, la hija perdida, y sabemos de sus aventuras. Como suele, contiene escenas de extrema violencia y razas de sexo homosexual (abstenerse personas delicadas).

A primera hora de la tarde, Marge tenía que entrevistarse con el profesor Sanders. Había hecho un mal examen y pensaba que podría llegar a un acuerdo para subir la nota aceptando algún trabajo de investigación. Aunque hubiera tenido un mal rato, era una alumna brillante, y confiaba en la buena voluntad de su profesor.

-          ¿Se puede? Buenas tardes, profesor.

Sanders se la quedó mirando con una expresión desconcertante. Ni siquiera la saludó. Marge, que ya había tenido ocasión de ver por la...

Mi vida con mi abuelo. Dominación, filial.

Mi abuelo solía decir que, al igual que nosotros ordeñábamos las vacas, un día él me ordeñaría a mí, pero que antes tenían que crecerme las tetas.

Nadie sabía que yo existía, y vivía con mi abuelo desde que nací, en una casa en el monte. No sabía quiénes eran mis padres, o cómo había llegado allí, pues todos mis recuerdos estaban en aquella casa.

Mi abuelo me decía que nadie sabía de mi existencia: el parto había ocurrido en la misma casa y nadie notificó nunca que, quien fuese mi madre, estaba embarazada. Así que, por unas cosas o por otras, vivía sola con un señor mayor, en mitad del campo y a un par de horas del pueblo más cercano. Nadie me...

Pandemia 03: huída

La epidemia se generaliza y se convierte en un serio problema.

  • Teneis que venir aquí.

  • ¿Qué… qué dices, Nina?

  • Tenéis que venir aquí, al Centro. Despierta a Peter y a las niñas. No podéis quedaros por ahí.

El tono imperioso en que me hablaba, mientras todavía trataba de centrarme tras ser despertada por el timbre agudo y antipático del teléfono, me irritaba profundamente. Parecía fuera de sí. Traté de despejarme. Peter, adormilado a mi lado, me miraba con el mismo desconcierto que imaginé que debía haber en mi rostro.

  • ¿Pero… qué pasa?

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La clínica, el trato

Atravesó una segunda puerta y entró de lleno al patio de la clínica, en donde era común ver pequeños grupos de jóvenes, algunos fumaban un cigarrillo pero otros se juntaban para invitarse alguna sustancia y claro, la presencia de socorro era algo que llamaba la atención de todos y es que por ordenes de don jeremías, socorro debía ir siempre vestida con traje sastre y su falda debería ir mas arriba de medio muslo, además que debía llevar medias negras y zapatos de tacon alto, así que con cada paso que daba exhibía sus bien formados muslos y la falda tan entallada remarcaba de forma perfecta su grande y bien formado trasero, dando un espectáculo tremendamente morboso

Socorro había aceptado a hacer trabajo comunitario en aquella clínica de rehabilitación, con la única idea de ayudar a su hijo que estaba recluido en ella, socorro esperaban un certificado para que su hijo pudiera salir de aquella clínica en poco tiempo, pero sus planes no marcharían así,

era lunes y la señora socorro atravesaba el portón metálico que separaba la calle de aquel muladar mal llamado clínica, antes de entrar de lleno, tenia que registrarse en una mesa de metal oxidado, donde un guardia l...

Mis agujeros, sus vergas...

Sentí las manos de todos ellos sobre mi cuerpo, sobre mis senos, pezones, algunas pequeñas mordidas y sus manos recorrer cada centímetro de mi piel.

Regresé del cine algo tarde, no era lo planeado, pero así se dieron las cosas, la cena con mi amiga se alargó por lo que entramos a la última función. Estaba cerca de casa por lo que no vi la necesidad de tomar un taxi y caminé a casa, siempre pensando en que no tendré la necesidad de utilizar mis clases de defensa personal.

Tras ese pensamiento sentí unos pasos a mis espaldas y aceleré entonces  los míos, al tiempo que buscaba entre mis cosas algo para defenderme esperando también no necesitarlo.

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La puta de los narcos

Es primera vez que me atrevo a contarlo (no recuerdo todo lo que me dijeron, pero trate de poner lo que recuerdo)

Siempre me ha gustado el sexo, pero nunca me habían obligado de esta forma. Por ese entonces tenía 18 años y estaba saliendo con Alexis, aunque todo le decíamos Ale, porque nunca le gusto su nombre. El vivía en una población súper peligrosa, de esas que las balaceras son a plena luz del día. Por eso que en general nos veíamos en mi casa. Estaba lleno de flaites, y si bien el Alelos conocía no eran sus amigos. Él era distinto, trabajador, estudioso, honesta como toda su familia.

Ese día yo iba a ir a a...