Piernas de mujer
La falda azul se extendía envolviendo los carnosos perniles que se diluían en las amplias grupas aposentadas en la silla, transmitiendo la sensación de la magnanimidad natural de su cuerpo del que creía percibir aromáticos efluvios.
Al cruzar las piernas su falda azul se estiró sobre los redondeados muslos, adhiriéndose a su cobriza piel, como un sugerente guante.
Una sobre otra, las piernas mostraban su torneada esbeltez que se extendía hasta los bien trabajados pies.
Entre las carnes se dibujaba el pasaje oscuro que se perdía en una profunda quebrada de oculto límite.
A medida que los ojos se acostumbraban a la oscura penumbra del paso, cubierto por la cobertura de la tela azul, la mirada adivinaba cada poro en...