Mi marido dormía, otra vez
Ahora no fue casual. Ya lo habíamos planificado, como la continuación del primer encuentro casual, en la noche mientras había dejado a mi esposo dormidito en casa.
Desde aquella madrugada, con el encuentro casual en la estación de servicio, mi excitación no disminuía. Mientras estaba solita en mi casa, me había vuelto una viciosa de las pajas, y cuando estaba mi marido intentaba cogerlo, aunque no siempre con éxito, cuando lo lograba me volvía loquita, recordando al amante estacionero, sin olvidarme de la deuda que tenía con él. Por eso, a escondidas de mi esposo, me pasaba el día dándole de comer a mi colita. Al comienzo era con los deditos, pero cuando sentí que pod...