Liberada - guiando a la perdición VIII
Exclamaba ante el espectáculo de aquellas tetazas perfectas, redondas, inmensas, turgentes, liberadas del wonderbra, desafiando la gravedad en su caída natural para repuntar muy erguidas, con sus pezones oscuros extra grandes, erectos apuntando al frente como dos puntas de lanza suaves y macizas.
La resaca le duro hasta el fin de semana al inútil zafio y prepotente de Vicente. Y a pesar del encuentro con Ramón y de la satisfacción personal de hacer cornudo a su marido con alguien al que despreciaba tanto, tanto tiempo de reprimirse a sí misma y los jueguecitos con el niñato fofisano, tenían cachonda perdida a Yolanda.
La meditación, el yoga y las sesiones de consoladores y dildos hasta correrse solo le ayudaban a contenerse en el trabajo y cuando iba con Vicente. En cada ocasión que podía, ves...