El renacer de los deluyrei (01)

Huía de su maléfica suegra cuando finalmente comprendió que no le quedaban alternativas. Estaba dispuesto a acabar con su vida, pero entonces un ente ultraterreno se puso en contacto con él, pidiéndole ayuda...

Volvía a llover, y el repiqueteo del agua sobre el capó y el parabrisas le sacó de su ensimismamiento. Casi lo lamentó, pues iba conduciendo tan distraído que de no haber comenzado nuevamente a llover posiblemente no se hubiese dado cuenta del empinado terraplén que se adivinaba tras la siguiente curva importante, de momento aún a unos setecientos metros más allá de donde se encontraba ( para ser más precisos, se trataba de un pequeño precipicio ), atravesando el quitamiedos y cayendo por él. Cincuent...

El Despertar (08)

Amanecer adolescente al sexo. Orgía primera parte. Primera experiencia en trío. De cómo fue que me gustó que me rompieran entera.

El Despertar VIII

(Amanecer adolescente al sexo. Orgía primera parte. Primera experiencia en trío)

Ahora Martín era más prudente en el colegio con la naturaleza de nuestro vínculo y, aunque se acercaba todos los recreos, sus orteadas y apoyadas habían desaparecido. A veces me decía que tenía ganas de acariciarme entera, anhelo al que yo respondía con mirada seductora o un leve rozamiento de nalgas en su verija para aumentar su permanente calentura.

Ese nuevo comportamiento de Martín f...

El Despertar (07)

Amanecer adolescente al sexo. La primera vez que monté y cabalgué a un hombre.

El Despertar VII

(Amanecer adolescente al sexo. La primera vez que cabalgué a un hombre.)

Martín conocía mis gustos como nadie. Sabía cada detalle de mi cuerpo y manipulaba mis cuerdas haciéndome tañir al compás de la música de sus dedos, de sus besos vehementes o de su fogoso instrumento.

Por aquel tiempo no disponíamos de espacio seguro para estar en su pareja y, ante la acuciante pasión, nos exponíamos a todos los peligros.

Aprovechábamos las salidas de nuestros padres, las ca...

Diario de un gigolo (05)

Johnny por fin tiene la guinda en la boca. ¿La morderá?. No es es muy suave, muy cariñoso, muy paciente. Es un santo. Moverá suavemente la guinda en la boca y cuando el punto G le toque el paladar. Entonces...

Mi misión era buscar el punto G y estimularlo todo lo que estuviera en mi mano, es un decir, hasta lograr una cadena de orgasmos capaz de volver loca hasta a la propia Venus Afrodita. Sí, no se rían, ya estoy viendo su cara. ¿Cómo se sentirían si su esposa o compañera de hecho o de derecho o por azar de las circunstancias les pidiera un sábado sabadete que buscaran su punto G esa noche y no pararan hasta encontrarlo?. Ahora el que se ríe soy yo. Estoy viendo su cara de poker y la cara-de-as-escondido-...

El Despertar (06)

Amanacer adolescente al sexo. De cómo conocí y disfruté la pija de Alberto.

El Despertar VI

(Amanacer adolescente al sexo. De cómo conocí la pija de Alberto)

Éramos pocas las masculonas, masturbadas o simplemente marías en el colegio de varones que nos cobijó en la secundaria, formalmente formadas e informalmente cogidas.

Como íbamos al mismo cole, Martín sabía de las manoseadas, afirmadas y apoyadas de las que era alegre víctima, como todas nosotras, así que me preguntó porque dejaba que me orteen todo el tiempo.

— Porque me gusta, dije sin recato. Me...

Historias de Raquel (I)

Raquel y su amiga Silvia se lo pasan bien en el baño de señoras de la discoteca.

Historias de Raquel

Silvia

Raquel pensó que no debería volver sola a casa. La noche había llenado la ciudad de oscuridad sólo alumbrada por los pocas farolas que funcionaban, salvadas de las pedradas con las que se distraían algunos muchachos probando su puntería. Pero Nacho estaba tan pesado. Demasiado bebido para acompañarla. Seguro que intentaría convencerla de subir a su casa para una última copa y después querría acostarse con ella. Y, ¡estaba tan cansada y sucia!

Le dijo que ib...

De esposa ejemplar a puta de lujo (09)

Se produce el divorcio de Sonia, por lo que pierde ya por completo a su familia. Además Mario cumple el capricho de que Sonia se trajine a su cuñado el día de su boda.

En las semanas siguientes, seguí haciendo el amor con distintas mujeres, algunas prostitutas, amigas de Ana, y con la propia Ana, que depuró mi técnica para comportarme como una auténtica lesbiana, haciéndome una experta en el arte de dar placer a las mujeres.

Me enseñó a utilizar consoladores de correas, follando con ellos a las mujeres por boca, coño y culo, utilizándolos como si tuviera una polla de verdad. Y también me enseñó a moverme cuando me follaran a mi con ellos, para conseguir más pl...

El Despertar (05)

Amanecer al sexo adolescente. Recuerdos de secundaria. Las culeadas que supimos darnos.

El despertar V

(Amanecer adolescente al sexo. Las culeadas que supimos darnos.)

Martín había sobrepasado todos los límites de la prudencia al hacer pública mi pertenencia a su persona. En el cole, a ojos vistas, ya sin atención a profesores o celadores, me franeleaba sin tapujos el culo y las demás partes pudendas sin que yo pueda ni quiera oponerme.

En realidad me entregaba a sus manoseos.

Aquel comportamiento atraía aún más a los mariposones de mis compañeros que revoloteaban...

El Despertar (04)

Amanecer del sexo adoolescente. Recuerdos de secundaria. (Amanecer adolescente al sexo). La primera mamada y desnudez, sexo anal.

El despertar IV

(Amanecer adolescente al sexo. La primera mamada y desnudez, sexo anal)

En el curso, a esa altura del año, pocos ignoraban mi vocación por la pija de Martín, que mis nalgas la acariciaban cada vez que se presentaba la oportunidad o que sus manos me tomaban el culo u otras partes sin que opusiera resistencia.

No eran poco los manfloros de mis compañeros que me revoloteban como moscas a la miel.

Sus orteadas me recordaban a cada instante que amanecíamos al sexo vi...

El Despertar (03)

Amanecer adolescente al sexo. Recuerdo de secundaria. Buscando lugar para la cogida: la segunda me lo hizo vez en el yuyal.

El despertar III

(Amanecer adolescente al sexo. La segunda vez fui suya en el yuyal)

Por las tardes estudiábamos con Martín, ya en su casa, ya en la mía, mientras nos toqueteábamos como podíamos, a medias y a escondidas.

Para escapar de las miradas vigilantes y persecutorias de los mayores (padres, tíos, hermanos, primos, vecinos y otros devenidos en guardianes) Martín y yo nos aventurábamos en bicicleta por los arrabales, al límite de la ciudad, a la vera del río en la búsqueda de es...