Sexo sin barreras matrimoniales - V
Cuando mi esposa, sonriendo, separó sus glúteos para que yo viese el enorme agujero que la gruesa polla de Pepe le había hecho al follarla tan salvajemente, y cómo desde ese cráter anal salía su espeso y abundante esperma, supe que ya nunca abandonaría su nueva vida sexual. Nuestro matrimonio ya no era de dos.
Con todo esto que os hemos ido contando Amparo y yo (Sexo sin barreras matrimoniales I, II, III y IV) fueron pasando las semanas y los meses desde que nos conocimos, y además, ella, aunque no había terminado sus estudios en la Universidad y a través de un tío suyo muy influyente, con tanto desajuste organizativo de funcionarios entre Madrid y Valencia, pudo colocarla en un buen puesto en la administración comunitaria “en comisión de servicios”, con lo que ganaba casi tanto como yo. Y empezó una nueva histor...