Capricho en la Víbora
Me utilizas a tu antojo casi con descaro, sin dejar de calentarme con tu mirada te vas acomodando, capturas la mano que aún tengo libre y la llevas hasta el interior de tus muslos estremeciéndote confiada en alargar el instante hasta reducirte a cenizas
De pie en este pasillo de mínimo, donde ya no alcanzan más almas, voy de regreso de la pincha (alfinpalacasa!) ansioso de encontrarte en ese cuartito minúsculo con balcón, escasamente iluminada y cruzada en diagonal sobre el cálido colchón, cubierta tan solo por esa colchita de sudor que humedece tu piel, llevando sólo ese blummer brasilero que se esconde entre tus nalgas redondas como una invitación deliciosa
La parada de la Víbora, este barrio reptil donde vivimos me anuncia que caminando un...