Apuesta Perdida (7)
Rodolfito te quedaste muy dolido viendo a Eduardo coger a tu esposa y hacerle la cola arriba de tu propia cama, ¿verdad? La maldita bien sabía la respuesta, pero quería que yo se la diera.
Un estentóreo y sostenido grito brotó finalmente de la garganta de él y la sensación que me produjo fue la de un himno triunfal de guerra o algo así. La intensidad sonora fue bien estridente y era imposible que no hubiera llegado a oídos de los vecinos pero, aún así, también pude escuchar el alarido final de Aldana, mezcla de quejido lastimero y goce infinito. Con dolor bajé la cabeza y volví a lagrimear. Él había acabado adentro del culo de mi esposa… y en mi propia cama. Y lo que parecía tan hiriente...