Un dulce sueño...
Abro los ojos. Estoy arrodillada en lo alto de una ladera...
Abro los ojos. Estoy arrodillada en lo alto de una ladera, desnuda, atada de pies y manos, y lo único que veo es el abismo. Puedo imaginarme el doloroso impacto contra el suelo si me caigo. Tiemblo, y temo que mi inestabilidad provoque la caída. Los oigo murmurar detrás de mí, pero no entiendo lo que dicen porque hablan una lengua desconocida y extraña que no soy capaz de identificar. Me dan la vuelta, me ponen de pie y me observan detenidamente. Ahora estoy frente a ellos. Son dos, sus cuerpos son enormes,...