Black Club III
Pasé toda la noche sin poder do-minar los nervios. No sabía a qué hora se presentaría porque no me lo dijo. Estaba en su derecho.
Estaba en su completo derecho, porque es un macho dominante, un Amo, y yo no soy nada, un aspirante a esclavo, un perro perdido sin Dueño a quien servir.
Estuve en el sitio que me había indicado desde la pri-mera hora de la mañana. Habría estado allí días y dias
esperándole, por no perder mi oportunidad.
Llegó hacia media tarde. Lo vi venir a lo lejos. Dios que porte, que autoridad. Cuando llegó a mi altura, no pude más que bajar la mirada al suelo, en señal de respeto. Dio una vuelta a mi...