Un bollito relleno de leche
Como me follé a un bollito sin que ella ni siquiera lo notase.
Me encontraba tumbado en la cama sin apenas ganas de dormir. No hacía más que recordar a Cristina, la chica que llevaba los asuntos jurídicos de la empresa en la que trabajaba. Aunque se trataba de un negocio casi familiar en el que sólo estábamos el propietario y yo, por cierto al que sólo acudía el propietario una vez al mes a recaudar los beneficios, dado el volumen de papeles que generaba se hizo obligatorio contratar a una abogada que venía dos veces por semana.
La chica, mientras acabada l...