Ana, una insana adicción. parte 4
No podía con los demonios de mi carne, deseaba tenerlo y moverse dentro de mí. No podía escapar de mis oscuros y terribles deseos. Ese era el momento, debía tenerlo y dejar que me poseyera.
- ¿Qué pasó? Le pregunté a Mario, mientras abría la puerta.
- Perdón, dijo él, buenos días doña Ana, perdón reiteró, es que hablé hace rato con Samuel y le pedí unas cosas y me dijo que están en su cuarto, y no sé si usted me deje revisar para ver si ahí están.
- ¿Qué cosas? Le pregunté, un poco ansiosa por lo que acababa de pasar con Víctor, pero también, no puedo negarlo, por su presencia.
- Unos discos de videojuegos que le había prestado y que no me...