Confidencias maternales (II)
Sigue el relato de mi madre contándome su aventura con nuestros dos vecinos. Nuestro grado de intimidad también va creciendo a medida que el relato se hace más excitante.
Los besuqueos y arrumacos a los que mi madre es tan dada, en aquel contexto de confidencias íntimas en el que estábamos, nos había llevado a darnos un beso con lengua; un beso que se inició como los otros piquitos que nos habíamos dado mi madre y yo pero que acabó como todo un morreo de lo más caliente. Sin duda ese beso fue un punto de inflexión tras el cual continuó la caliente conversación y las confidencias de mi madre haciéndome partícipe de su rollete con nuestros vecinos.
-¿Si, hijo, de verdad...