Confinado con Tía Carmen 7
Mi tía se disfrazó de enfermera para curarme el magullado trasero aunque lo aprovechó para hacerme una revisión anal en todo regla. Yo tampoco pude contenerme y horas después le daba lo suyo, tanto en su coño como en su culazo.
7.
Al día siguiente de la durísima zurra con la zapatilla tenía las nalgas amoratadas y no podía ni sentarme. A pesar de eso, recordándolo en perspectiva, había valido la pena. Tía Carmen, al ver mis heridas de guerra, aprovechó para preparar un pequeño juego de rol. Se disfrazó de enfermera y me llamó a su habitación.
Era como una de aquellas enfermeras antiguas: falda y chaquetilla blanca; aunque demasiado escotada para una recatada enfermera; pelo recogido en un moño, medias blancas y zapatos...