La presa II (La cazadora XI)
Diana sigue su calvario a manos de sus secuestradores y conoce al hombre culpable de todo. Éste le revelará ciertas particularidades de sus poderes que no sabía.
No sabía cuanto tiempo había pasado, podían haber sido minutos, horas, días o años. Lo único que tenía claro en su mente era el dolor.
Sus pezones ardían como pequeñas brasas adheridas a su pecho, cada ligero movimiento hacía que las pinzas le produjesen un insufrible dolor en la zona.
La postura tampoco ayudaba, tenía las piernas estiradas y abiertas, en una postura cansada y exigente. La lefa que llenaba su coño y sus muslos se había secado, provocando que su sexo estuviese irritado. Tenía ham...