La línea del vampiro. 11. Cuatro paredes.

Y en ese momento acercó su mano a mi cara. Primero tocó mi mejilla con la yema de sus dedos. Tum, tum. Dos segundos más tarde los deslizó hasta mi frente, donde apretó la palma de su mano. Tum, tum.

No podía aguantarlo más. Todavía pienso que a este paso me vuelvo loca. Cuatro días han pasado sin que haya bebido algo de sangre y todos mis sentidos se agudizaron en señal de alerta. Mi cuerpo lo deseaba, y yo no era menos. Necesidad en estado puro.

A un extremo de la mesa estaba yo, con una pizza recién hecha, y al otro extremo Evan, con unos canelones humeantes.

Se inclinó sobre el plato, y un potente vapor creó una minúscula gota que se deslizó por su cuello. Mis manos se agarraron a lo más...