Un pueblo, una fiesta
Yo no podía pegarme más a la pared de la piscina, mi miedo a ser descubierta desnuda en la piscina era más de lo que mi ego podría soportar.
Las Fiestas
Nunca me las perdía. Estuviera donde estuviera, siempre volvía esos días al pueblo. Aunque pequeñas, sus fiestas eran únicas, así como los recuerdos que se amontonaban en ratos divertidos. El reencuentro con las amigas de la infancia veraniega, antiguos escarceos de novietes efervescían mi sangre cuando el momento llegaba. Esta vez había convencido a Alma, mi compañera de piso, estudios y confidencias para que saboreara las alocadas noches de fiestas. Tras una primera noche de sa...