El camarero y la rubia
Un rato de sexo contado desde dos puntos de vista
El camarero lo cuenta:
Era un día laborable, y por ello me extrañaba más. Se había sentado en una mesa y había pasado horas allí. Al cruzar delante de ella le echaba jugosas miradas a sus larguisimos y bien torneados muslos enfundados en unas medias de rejilla de las de putón de toda la vida y que salían de una minifalda de cuero muy, muy corta. Unas sandalias con un tacón de aguja fino y largo los ahusaban aún mas.
Los pechos abundantes, generosos asomaban entre los botones desabrochados de su...