Compartiendo su sabor
Nunca la polla de ningún hombre me pareció tan apetecible como en aquel momento la de mi Amo en boca de mi Señora.
Allí estaba yo, observando en silencio a un extremo de la habitación, arrodillada, desnuda, expectante y entregada a la escena que se mostraba a mis ojos. El escenario era alucinante para mis sentidos, tanto o más de lo que jamás pude imaginar. Estaba descubriendo nuevas sensaciones de placer, una vez más dirigida por la mano de mi Señora.
Mi Ama se encontraba arrodilla entre las piernas de mi Amo. Ante ella se asomaba, fuera del pantalón, un hermoso y viril miembro. Mi Ama lo abrazó con su boca...