Fin de fiesta
¿Quién no ha pensado alguna vez en trajinarse al padre de su amiga? Lástima que las fantasías no siempre sean como uno las imagina.
Entramos en el cuarto de baño y Samuel se abalanza sobre mi. Antes de darme cuenta tengo el vestido morado y ceñido subido a la cintura, el culotte a medio bajar y su polla me bombea al ritmo de la música house de la discoteca. Encajo el ataque inclinada hacia delante, con los brazos estirados para apoyarme en la pared y la cisterna para mejorar el precario equilibrio sobre mis tacones negros. Él me manosea los pechos, gime fuerte y sigue follándome con vehemencia, cegado. Me mareo un poco, supongo que por...