El tonto (2: El maldito)
Todos tenemos nuestro pequeño infierno...
En un movimiento imprevisto, el cuerpo de ella se acercó al suyo más de lo esperado. Una conmoción interna se apoderó de él. La cabellera color miel de la chica a veces se agitaba al son de la danza y pasaba rozando el rostro de él con mil promesas prohibidas.
Se dejaba llevar. No cabía duda. Se dejó llevar como nunca. Cuando la tuvo más cerca, cuando sus rostros estaban más juntos que nunca, juraría haber visto en los ojos de ella una especie de llama. Una llama que parecía estar quemándola y...