Iniciándote al castigo

Deseaba castigar aquellas nalgas vírgenes, ofrecidas por vez primera al látigo del amo, desconocedoras aún del dolor del cuero clavado en las carnes.

INICIANDOTE AL CASTIGO

Te subí los brazos y ajusté las hebillas de tus esposas, fijando los anclajes para que tus muñecas quedaran juntas. Con ritual parsimonia, relié la cadena en el aro de la pared, hasta que tus brazos quedaron tensos. Cerraste tus manos instintivamente, sin apretarlas, dejando a la vista el rojo oscuro de tus uñas.

Me situé frente a ti, para contemplarte con deleite. Arrodillada ante mí, tu cuerpo desnudo era una invitación a la lujuria. Tras el triángulo de tus pi...

Mensaje en una botella

"Pongo estos seis versos en mi botella al mar / con el secreto designio de que algún día / llegue a una playa casi desierta / y un niño la encuentre y la destape..." (Mario Benedetti)

Mi nombre es un enigma. No estoy seguro, a ciencia cierta, si todo en mí lo es, pero sí la mayor parte de mí mismo y, desde luego, mi nombre, si lugar a dudas. Soy dueño y señor de la isla desierta de mis sueños. De cuando en cuando, alguien naufraga en ella o la divisa en lontananza y se acerca hasta su orilla. Procuro ser galante con unos y con otros, pero inmensamente despiadado con quien intenta invadirla. Al invasor, lo expulso o lo ahogo, que a nadie consiento que me arrebate los sueños, ni siqu...

El Señor del Mar (IV)

Un mensaje encontrado en una página de contactos llevará a Miriam a hacer realidad sus fantasías de sumisión y esclavitud. Cuarto capítulo de este relato.

EL SEÑOR DEL MAR (IV)

Eduard acabó de amarrar a Karla en el ancla, situada en mitad de una espaciosa sala que SeaLord había bautizado como "La Bodega", en recuerdo de las existentes en los viejos galeones corsarios, mazmorras de prisioneros y esclavas raptadas en algún asalto. La bodega de SeaLord era la sala de castigo. Lejos de toda artificialidad, era una sala amplia, de inmaculadas paredes blancas, sin más decoración que algunas estanterías y una colección interminable de instrumentos co...

El Señor del Mar (V)

Un mensaje encontrado en una página de contactos llevará a Miriam a hacer realidad sus fantasías de sumisión y esclavitud. Quinto capítulo de este relato.

EL SEÑOR DEL MAR (V)

A petición de SeaLord, Roy guió a Miriam hasta la que sería su habitación, en la planta superior de la casa. Miriam la encontró confortable y acogedora. "Desde luego, te tratan como a una reina, chica", pensó para sus adentros. Buscó ansiosa el cuarto de baño. Suspiró aliviada al comprobar que existía y que contaba con todos sus accesorios y saneamientos. Necesitaba con urgencia una ducha relajante y, perentoriamente, hacer uso del inodoro. Antes de meterse en la ducha,...

El Señor del Mar (III)

Un mensaje encontrado en una página de contactos llevará a Miriam a hacer realidad sus fantasías de sumisión y esclavitud. Tercer capítulo de este relato.

Cuando la furgoneta se detuvo y cesaron las vibraciones producidas por el motor en marcha, Miriam suspiró aliviada. Pensó, burlonamente, que aquel viaje había supuesto su primera experiencia real de tortura. El largo trayecto anunciado se le había antojado interminable, aún cuando había procurado mantener su mente ocupada en miles de pensamientos. Se dispararon, nuevamente, sus pulsaciones, consciente de que habían llegado a destino. Oyó abrirse las puertas del compartimento y la voz grave de uno de l...

El Señor del Mar (II)

Un mensaje encontrado en una página de contactos llevará a Miriam a hacer realidad sus fantasías de sumisión y esclavitud. Segundo capítulo de este relato.

Karla solicitó permiso para acceder al despacho, golpeando suavemente con los nudillos en la puerta. Al no obtener respuesta, la abrió y pasó al interior de la sala. SeaLord le había dado instrucciones precisas: una vez dejara a Miriam, volvería a la casa y le informaría de todo. Le dijo que la esperaría en el despacho, al que tenía absolutamente prohibido acceder sin autorización. No obstante, SeaLord le indicó que esa tarde tenía que resolver algunos asuntos de manera urgente, por lo que era probabl...

El Señor del Mar (I)

Un mensaje encontrado en una página de contactos llevará a Miriam a hacer realidad sus fantasías de sumisión y esclavitud.

Miriam se miró al espejo por última vez. Sonrió, pero no le gustó la imagen reflejada de su sonrisa. "Venga, chica, es la hora", se dijo, mientras limpiaba su falda de pelusas inexistentes. Suspiró hondo. Miró el reloj por enésima vez. Las seis y media. Miriam no quería llegar tarde, sabía que no podía llegar tarde. A las siete, un coche azul metalizado, conducido por una mujer rubia, la recogería en la parada de autobús de Plaza Asunción. No habría esperas. Si no estaba cuando el coche llegase, la ci...

La última página del diario

"El amor es la unión de un dueño y un esclavo; nunca de dos seres iguales" (Etienne Rey)

LA ULTIMA PAGINA DEL DIARIO

Desde esta soledad de mis días vacíos, de mis noches sin ti, escribo las últimas páginas de este diario que te pertenece, como todo lo mío. Estoy cansada, amor. Cansada de buscarte en mi recuerdo, en el frío silencio de mis lágrimas, en esta prisión colmada de tu ausencia. Escribo en el diario mi epitafio, colofón de nuestras vidas, que ya no tengo vida sin tu vida, pues no tengo más vida que la tuya. Es hora de buscarte donde estés. Si no te encuentro, amor, ven...

Adagio

Sinfonía de amor para una princesa.

Te sueño entre mis brazos, estrechando tu cuerpo contra el mío, sintiéndonos la piel bajo la ropa, descubriendo un amor que no conoce ni el más profundamente enamorado. Mis manos se refugian en la gruta de amor de tus caderas; las tuyas, dibujan el arcoiris sobre el cielo nublado de mi espalda. Antes que nuestros labios se ensamblen ardorosos y tengan nuestras bocas luna llena, se besan nuestros ojos, profundos de grabar en las retinas la mirada infinita del amor.

En tus ojos, princesa, se escon...

El final de la partida (IV - Final)

El ganador, ordena. El perdedor, obedece. El final de la partida llevará a Marta a vivir su primera experiencia como esclava. Cuarta y última entrega de este relato.

Jaime salió de la habitación. Regresó casi al instante. Debió ir a la cocina, pues traía en su mano un bote de zumo. Llenó un vaso y me dio de beber. Bebí ávidamente, como el náufrago que acabara de descubrir el oasis salvador. La frialdad del zumo alivió la sequedad de mi garganta y calmó una sed que se me hacía insoportable. Jaime llenó nuevamente el vaso. Y volví a beber, casi atorándome por el ansia. Mirándole con ojos cansados, le di las gracias. Creo que hasta esbocé una sonrisa. El me devolvió...