Iniciándote al castigo
Deseaba castigar aquellas nalgas vírgenes, ofrecidas por vez primera al látigo del amo, desconocedoras aún del dolor del cuero clavado en las carnes.
INICIANDOTE AL CASTIGO
Te subí los brazos y ajusté las hebillas de tus esposas, fijando los anclajes para que tus muñecas quedaran juntas. Con ritual parsimonia, relié la cadena en el aro de la pared, hasta que tus brazos quedaron tensos. Cerraste tus manos instintivamente, sin apretarlas, dejando a la vista el rojo oscuro de tus uñas.
Me situé frente a ti, para contemplarte con deleite. Arrodillada ante mí, tu cuerpo desnudo era una invitación a la lujuria. Tras el triángulo de tus pi...