Vecinito 2
Larrrrrrrrrrrgo fin de semana
Empecé a besar a Ulva, mi esposa en el cuello, mientras con las yemas de los dedos acariciaba unos centímetros por debajo del sobaco, justo donde se encontraba el comienzo de aquellas enormes mamas. Después poco a poco mi caricia se hizo más intensa.
Según me explicó Ulva después, el contraste de mis rudas manos acariciándola suavemente y las finas manos del jovenzuelo estrujándole la ubre con saña, junto con los toqueteos en su intimidad, la hicieron venirse a raudales.
-¡¡Me corro cerdos!!!.....